Un esperpento de sorteo
La FIFA intentó innovar y sólo terminó por confundir a todos. Hubo errores al colocar a las primeras selecciones que salieron y las bolitas se abrían antes de emerger de las esferas de la lotería nacional en que giraban.
Fue idea de Joseph Blatter, por aquel entonces, secretario general de la FIFA. Sólo que su voluntad se vio contradicha el 16 de enero de 1982 a las ocho de la noche en el Palacio de Congresos de Madrid cuando todo salió al revés.
El sorteo para el Mundial de España tendría varías innovaciones. Se dispuso que Brasil, Argentina, Italia, Alemania y España, fueran cabeza de serie. El otro lugar estaba en congoja. Bélgica pugnó con el argumento de que era subcampeón de Europa, pero en un extraño movimiento apareció Inglaterra, “porque fue campeón del mundo en 1966”, arguyó Blatter. La realidad era que se le colocó en cabeza para mandarlo a la sede de Bilbao, donde se planeó intensificar la seguridad contra los hooligans.
Apareció el día del sorteo un joven Príncipe de Asturias, Felipe de Borbón, a los 14 años, con la cara de angustia por la presión a la que lo sometían. Apareció también Julio Grondona, que como presidente de la Federación argentina entregaba el trofeo ganado cuatro años atrás. Varios de los directivos congregados esa noche serían con el tiempo la ruindad del futbol por sus grandes actos de corrupción.
Esa noche Joseph Blatter explicó por más de cinco minutos el sorteo. Nadie le entendió. Lo dijo en inglés y español, “a partir de este mundial se crea el criterio continental, es decir, evitar que selecciones de la misma región, se enfrenten en la primera ronda, salvo los europeos que son mayoría”.
A la vista de todos, pusieron seis copas similares al trofeo de liga de España. Dentro de ellas estaban ordenados los números de las casillas de cada grupo, es decir del 2 al 4 en el primero, del 5 al 8 en el segundo, del 10 al 12 en el tercero y así sucesivamente hasta completar 24 escaños.
Luego bien, se dividieron a las restantes 18 selecciones en tres bombos, uno con los de Europa Occidental a los que se les añadieron dos sudamericanos, Perú y Chile, ¿por qué? nadie supo. Otro contenía los de Europa del Este y uno más con los de África, Centroamérica y Asia.
Y Blatter hizo un sorteo para saber cuál bombo, valga la locura, se sortearía primero. Salió el de Europa Occidental con los sudamericanos y la advertencia de que los primeros europeos que salieran irían al grupo de Argentina y Brasil, para evitar que Chile y Perú se encontraran con sus enemigos de área.
Fue también una innovación, ocupar a los niños del Colegio de San Ildefonso para llevar las bolas que giraban en las jaulas de la lotería nacional. Quizá a pesar de todo, es el sorteo más limpio, pues con los años siguientes alguien sacaba la bolita siempre con la suspicacia de que estaba premeditado. En España no fue así, sino que el sorteo fue parecido a la lotería, aunque resultara mal.
El primero en salir fue Bélgica y lo colocaron en el grupo de Italia erróneamente, debía ir al de Argentina. Luego Escocia, que debía ir al de Brasil, lo pusieron en el de Alemania. Hubo contradicciones y gestualidad de directivos que le avisaron a Blatter, pero éste seguía en boga con el sorteo, hasta que cayó en el error. Entonces borró lo anterior y reajustó. Bélgica con Argentina y Escocia con Brasil. “Que nos hayan cambiado de pronto nos decepcionó y trastocó los planes”, dijo al final el técnico de Escocia, Jock Stein.
Para empeorar la noche, los niños de San Ildefonso se reían cuando las bolitas adornadas como balón se rompieron antes de salir, sucedió con la de Honduras y Austria a la par que los organizadores hacían aspavientos por sacar el papelito de la jaula.
A partir de 1990 comenzó a ser un show el sorteo, con música, invitados y mayor orden, pero el de España fue todo un caos.
Fuentes: Excelsior.