lunes, noviembre 11

Aislamiento encogería el cerebro

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Sería una primera advertencia de la demencia senil

Los adultos mayores que pasan regularmente tiempo con la familia y los amigos podrían tener unos cerebros más grandes como resultado, sugiere un nuevo estudio.

El envejecimiento sano del cerebro es un tema complejo, y los investigadores todavía intentan comprender cuáles factores mantienen a la mente aguda y cuáles fomentan declives en la memoria y el pensamiento. Pero varios estudios han sugerido que la vida social es importante. Se piensa que la estimulación social ayuda a respaldar a la agudeza mental y, por otro lado, el aislamiento social en los años dorados se ha vinculado con un aumento en el riesgo de demencia. Pero el motivo exacto no está claro.

En el nuevo estudio, unos investigadores dirigidos por el Dr. Toshiharu Ninomiya, de la Universidad de Kyushu, en Japón, plantearon una pregunta distinta: ¿Se conecta el aislamiento social con el volumen cerebral de los adultos mayores?

El cerebro se “encoge” de forma natural hasta cierto punto a medida que las personas envejecen, lo que refleja la pérdida de células nerviosas y sus conexiones. Pero esta pérdida de tejido se acelera durante el proceso de la demencia.

Si las personas mayores que se aíslan tienden a tener unos cerebros más pequeños, razonaron los investigadores, esto podría ayudar a explicar el vínculo con la demencia.

Resultó que, de hecho, había una relación, aunque no una causal, según los hallazgos, que se publicaron en la edición del 12 de julio de la revista “Neurology”. Entre casi 9,000 adultos japoneses de a partir de 65 años, más de 600 dijeron que “raras veces” veían o hablaban con sus amigos o familiares fuera de su hogar. Y, en general, estos participantes mostraban un volumen cerebral más bajo en las IRM, en comparación con los que tenían una mayor actividad social.En específico, tenían menos tejido en ciertas estructuras del cerebro implicadas en la memoria, que se sabe que están afectadas en las etapas tempranas de la demencia.Unos expertos que no participaron en el estudio enfatizaron que esto no prueba que el aislamiento social encoja al cerebro.

Una posibilidad es que el encogimiento cerebral ocurra primero, planteó el Dr. Joel Salinas, neurólogo de Langone Health de la NYU, en la ciudad de Nueva York, y director médico de Isaac Health, una clínica de la memoria en línea.

Las personas en las etapas tempranas del proceso de demencia podrían haber tenido algunos síntomas sutiles y cambios en la conducta (entre ellos quedarse en casa), comentó Salinas, que no participó en el estudio.

Por otro lado, hay motivos posibles por los que las conexiones sociales, o la falta de las mismas, pudieran afectar al volumen del cerebro.

Salinas dijo que en la medida que el aislamiento provoca un estrés crónico, podría cobrarse un precio en el sistema cardiovascular y el cerebro que envejece.

En el otro extremo del espectro, señaló, las personas mayores que reciben de manera regular una estimulación mental y social podrían desarrollar una “reserva cognitiva” más grande. Esto se refiere a la capacidad de aguantar algunos de los cambios patológicos que pueden ocurrir en el cerebro que envejece, sin perder habilidades de memoria y pensamiento.

La Dra. Danielle Sandsmark, neuróloga de la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia, se mostró de acuerdo en que la pregunta “del huevo o la gallina” persiste.

“Este estudio no traza una línea del aislamiento social a un volumen cerebral más pequeño y a la demencia”, aclaró Sandsmark, coautora de un editorial que se publicó junto con el estudio.

Aun así, ambos médicos aseguraron que el estudio amplía las evidencias de que los factores sociales están conectados con la salud del cerebro.

También sugiere que la depresión es parte de la historia. Cuando los investigadores incluyeron los síntomas de depresión reportados por los participantes, esto pareció explicar de un 15 a un 29 por ciento de la relación entre el aislamiento y un volumen cerebral más bajo.

Más allá de esto, los adultos mayores que raras veces salían tendían a tener una peor salud, y era más frecuente que sufrieran de diabetes o hipertensión que otros participantes del estudio. También era más probable que fumaran o que hicieran poco ejercicio.

Pero estas diferencias no explicaron el vínculo entre el aislamiento social y el volumen del cerebro.

Sandsmark subrayó que el estudio no condena a los adultos mayores que no son sumamente sociales. Muchos factores influyen en el riesgo de demencia, y el aislamiento social solo sería uno de ellos, apuntó. Y un punto importante es que no todo el que pasa mucho tiempo solo siente soledad.

“Las personas rellenan sus tanques emocionales de muchas formas”, dijo Sandsmark. Para muchos, leer un buen libro podría ser la forma más agradable de ocupar la mente.

Salinas también anotó que el aislamiento social no necesariamente equivale a soledad. Un adulto mayor quizá vea o hable con muchas personas, pero no tenga a nadie que le escuche y le ofrezca respaldo. Otro adulto mayor podría contar con esa persona.

Salina observó que los estudios deben pasar a la cuestión de la “intervención”: ¿Qué tipos de respaldo social pueden ayudar a los adultos mayores a sentirse y funcionar mejor?

Por ahora, sugirió que las personas piensen sobre cómo pueden fomentar unas buenas relaciones en sus vidas. Quizá esto signifique comunicarse con un amigo o familiar que no han visto durante un tiempo, dijo, o probar una actividad que les permita crear nuevas relaciones.

Nota original aquí

Fuente: Diario de Yucatán/HealthDay News

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