Recordar es importante en la vida de las personas y uno de los recuerdos más valiosos para los yucatecos fue la visita del papa Juan Pablo II a nuestro estado el 11 y 12 de agosto de 1993, que para muchos fueron días de alegrías y regocijo.
El 11 de agosto presidió en el convento de Izamal el encuentro histórico con motivo de quinto centenario de la evangelización de América Latina, en el que emitió un mensaje y manifestó: “Siento un gran gozo por estar con ustedes en Yucatán, espléndido exponente de la civilización maya, para tener este encuentro tan esperado, con el quiero rendir un homenaje a los pueblos de América”.
En la tarde de ese día tuvimos la oportunidad de estar presentes en la celebración eucarística en los terrenos de Xoclán, en donde se concentró más de medio millón de personas.
En su homilía, el Santo Padre expresó: “Hermanos y hermanas, qué hermoso es reunirse para celebrar la misma fe y la misma vida en Cristo. Ustedes son no solo un fruto, sino también los sembradores de la palabra de Jesús: vayan y hagan discípulos a toda la gente, es decir, apóstoles de la nueva evangelización porque en virtud de nuestro bautismo estamos todos llamados. El Señor nos recuerda que todos nosotros somos sal de la tierra y luz del mundo y nos envía a proclamar la Buena Nueva de salvación”.
Todos somos luz
Al conmemorarse el 30o. aniversario de la visita del papa Juan Pablo II a Yucatán, resuena en nuestros oídos nuevamente la homilía en que exhorta a todos nosotros que seamos la luz del mundo, en virtud de que se necesitan jóvenes que sean luz en sus escuelas, en sus actividades deportivas, culturales y centros diversión.
También nos pide a los adultos que seamos luz con la familia, en nuestros centros de trabajo.
Seamos esa luz que se ponga en la mesa del hogar, en el escritorio de nuestro centro de trabajo, en resumen, en todas nuestras actividades diarias. No seamos motivo de oscuridad, sino proclamemos a tiempo y a destiempo, con alegría, sin miedo, con valentía.
Hoy el mundo y nuestro país necesitan personas que sean luz y Juan Pablo II, hoy día santo, nos recuerda que necesita “de todos ustedes, necesito sus manos, sus ojos, su boca para ser la luz que el mundo necesita”.
En su discurso de despedida, el Santo Padre manifestó: “Mi última mirada desde tierras yucatecas se dirige al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe; a ella encomiendo y le pido que proteja siempre a todos los mexicanos y que acreciente en ellos su fe cristiana. ¡Que Dios bendiga a México, que Dios bendiga a todos sus hijos e hijas de esta amada nación, alabado sea Jesucristo!
Al cumplirse 30 años de la presencia de San Juan Pablo II en la tierra del Mayab, sigue vigente su homilía en la que nos exhorta que seamos luz del mundo y sal de la tierra en nuestro país y especialmente en Yucatán.
Fuente: Diario de Yucatán