Generó oportunidades al abrir una bocana
“Gilberto”, el huracán del siglo XX, fue una bendición para los habitantes y pescadores de Chuburná, expresa Daniel Castro Narváez, quien hace 35 años era pescador y ahora es permisionario de lanchas pesqueras, restaurantero y ejidatario en esa comisaría.
En un día como hoy, hace 35 años, el 14 de septiembre de 1988, “Gilberto” tocó tierra en Cozumel y cruzó Yucatán; fue el primer huracán de categoría 5 en tocar tierra en la cuenca del Atlántico desde “Camille” en 1969, de acuerdo con el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos.
Castro Narváez narra que en 1988 Chuburná, ubicada a 17 kilómetros de Progreso, era una comisaría olvidada, solo contaban con un autobús que hacía tres corridas diarias en las que viajaban trabajadores y estudiantes,
La única actividad económica era la pesca. Había solo unos 50 botes de madera con vela, pues pocos contaban con motores; atracaban en la playa y la mayoría era víctima de los malos tiempos, así que los pescadores no prosperaban, estaban limitados.
Pero la madre naturaleza, dice, no nos tenía olvidados, pues “Gilberto” cambió por completo el destino de Chuburná, puerto ubicado entre Chelem y Sisal.
Una oportunidad para la pesca en Chuburná
“Gilberto” abrió una bocana a unos dos kilómetros al poniente del centro de Chuburná, justo donde los ribereños planificaron construir un refugio pesquero.
Ya habían viajado al Distrito Federal (hoy Ciudad de México) para hablar con Antonio Larrea Peón, uno de los dueños de la exhacienda Xtul, para gestionar la donación de unos terrenos, los cuales obtuvieron, y solo se requería abrir un canal.
“Gilberto”, con su marejada ciclónica, hizo el trabajo, abrió el canal, y nació el puerto de abrigo “Gilberto”, nombrado así por los pescadores, y comenzó una nueva era para Chuburná, con un antes y un después del huracán de siglo XX.
Del Chuburná anterior a “Gilberto” solo hay gratos recuerdos en los antiguos pobladores que trabajaron en la pesca, el campo y extracción de sal en charcas.
Las generaciones que nacieron después de “Gilberto”, cuando ya existía el refugio pesquero, trabajan en la pesca, turismo y la industria de la construcción.
Con el puerto de abrigo, a Chuburná se le abrieron oportunidades que los habitantes capitalizaron.
De ser la comisaría más olvidada, ahora es un puerto frecuentado por turistas, la flota pesquera ribereña pasó de unos 50 cayucos a poco mas de 400 lanchas de fibra de vidrio, la mayoría de 26 pies de eslora y con motor fuera de borda; los motores son una inversión millonaria.
Los pescadores aumentaron de 100, que había antes de “Gilberto”, a 700, entre jóvenes y adultos; en la temporada de pesca de pulpo suman hasta mil ribereños, más una veintena de comerciantes pesqueros; además, hay más seguridad para la flota pesquera.
Para concretar el puerto de abrigo se contó con el apoyo de los entonces gobernador Víctor Manzanilla Schaffer y alcalde José Manuel Encalada Rodríguez.
Años después la antigua carretera Chuburná-Sierra Papacal fue pavimentada, lo que permitió que después se construyan pozos para abastecer de agua a Chuburná, Chelem y la zona industrial de Yucalpetén.
La primera piedra del desarrollo de Chuburná que puso el huracán “Gilberto”, dicen pobladores, rendía frutos, primero se consolidó la actividad pesquera, le siguió la restaurantera, luego la modernización de la carretera Sierra Papacal-Chuburná, completamente pavimentada, para que los ejidatarios lleguen a sus terrenos.
Desarrollo inmobiliario en Chuburná
El desarrollo inmobiliario se hizo presente hace cinco años con la empresa Ciudad Maderas, de Querétaro, que compró 400 hectáreas y luego 200 ha. Ahora urbaniza los lotes para la construcción de casas que ya están en venta. Es una millonaria obra que genera empleo para los habitantes de Chuburná.
El desarrollo no se detiene en Chuburná, que durante la pandemia del Covid-19 con altibajos en la pesca, vio en el puerto de abrigo y la infraestructura marina una oportunidad para el ecoturismo, que permitió a los habitantes y pescadores a diversificar, expresa Vidal Tzab Castro, también permisionario de lanchas.
Formaron cooperativas y ofrecen paseos en lanchas en el mar y en la ría, donde construyeron Isla Columpios, iniciativa que salió de los mismos pescadores para explorar el ramo turístico.
Ahora el ecoturismo es la segunda fuente de ingresos de unas 500 personas del puerto, las cooperativas emplean a las familias de los socios y a muchos pescadores que en agosto dejaron la pesca de pulpo por el ecoturismo, que fue la principal fuente de ingreso en las pasadas vacaciones de verano.
Todos los días, en especial los fines de semana, numerosos visitantes abordaban las lanchas en los muelles del puerto de abrigo.
La derrama económica se extiende a restaurantes, pescaderías, tiendas y la renta de casas en la zona veraniega.
Todos los días llegan muchos paseantes, quienes además de conocer Isla Columpios, considerado “hija de ‘Gilberto”, pasan el día en el extenso playón, donde hay estacionamiento y renta de espacios con sombra.
Las oportunidades de inversión y oportunidades siguen llegando a Chuburná, que se ha transformado por completo, cuenta con un parque reconstruido con dinero del gobierno federal, un nuevo campo deportivo que construye el Ayuntamiento, muelle turístico, renovado Centro de Salud y nuevos desarrollos inmobiliarios en su costa.
Nota original aquí
Fuente: Diario de Yucatán/Gabino Tzec