La migración de jóvenes tizimileños al vecino estado de Quintana Roo se ha incrementado en los últimos años debido a la falta de oportunidades laborales en sus localidades. Sin embargo, el sueño quintanarroense no se ha cumplido para todos.
El vecino estado continúa siendo un imán para los yucatecos, en especial para los grupos indígenas. Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2010 había más de 250 mil yucatecos en Quintana Roo, expusieron los investigadores Pedro Lewin Fischer y Estela Guzmán Ayala, autores del libro La Guía del Migrante Yucateco y su Familia.
En datos más recientes, el Inegi reveló que entre 2015 y 2020 salieron de Yucatán 33 mil 474 personas para radicar en otra Entidad. El estudio detalló que de cada 100 yucatecos, 46 emigraron a Quintana Roo, lo que significa 15 mil 398 personas.
Uno de los municipios que expulsa más gente a Quintana Roo es Tizimín, por su cercanía; siendo Cancún, Playa del Carmen y Tulum los lugares más atractivos para la gran mayoría de los jóvenes de las comunidades rurales por los trabajos que ofrecen en el ramo de la construcción o en el ramo turístico.
Para los especialistas, la población joven del Oriente de Yucatán es la que está yendo a la Riviera Maya, los que terminan la secundaria acaban trabajando en la construcción, quienes tienen prepa se insertan en la hotelería, pero en condiciones deplorables, como lava pisos.
A su vez, el migrante Rufino Tamay precisó que para las nuevas generaciones, la falta de oportunidad de trabajo es notoria en sus comunidades, de Popolnah, Chan Cenote y Tixcancal, varios jóvenes en edad laboral que se han esforzado en salir adelante académicamente, buscan trabajo en hoteles, pero eso no quiere decir que con el salario que se les paga en ese lugar puedan cumplir sus sueños.
Lo que es una realidad, señaló un joven migrante, es que a pesar de que enfrentan varios obstáculos, tal como la exigencia de experiencia laboral, el salario que reciben es un factor determinante para que los millennials y centennials acepten un puesto, ya que les permite tener una vida libre de necesidades primordiales, aunque no con lujos.
Los que no cuentan con estudios o solo concluyeron la primaria o secundaria en sus localidades son reclutados por contratistas para hacer trabajo fuerte y se van como chalanes o albañiles a Cancún, Playa del Carmen, y Tulum donde se ganan la vida en las obras; dejan la esposa, los hijos o sus padres en las poblaciones y se ausentan durante una semana, 15 días o hasta un mes; sin embargo, también enfrentan necesidades ya que la gran mayoría duermen en la obras al acecho de los peligros de la inseguridad, afirmó Lorenzo Mex, un albañil que se gana la vida en Quintana Roo, y quien aseguró que para poder traer un poco de dinero a la familia hay que cuidar no gastarlo, ya que en ese lugar la vida es cara.
Por su parte, el habitante Pánfilo Tuz reveló que los adultos mayores enfrentan un gran desafío para encontrar trabajo en Quintana Roo, en cambio los jóvenes tienen más posibilidades de adaptarse a un ambiente laboral, por lo que en la gran mayoría de las comunidades sólo se ven entre semana a mujeres, niños y ancianos.
Mientras que María Mercedes Cemé, madre de familia, mencionó que ha notado que en su comunidad los jóvenes que se van a trabajar conocen nuevos vicios, nuevos estilos de comportarse que ponen en práctica cuando regresan a sus lugares de origen. “Visten y se comportan de otra manera, además de que traen consigo los nuevos vicios que han adquirido y contagian a otros jóvenes de las comunidades, es un problema que actualmente viven algunas poblaciones rurales”, subrayó.
Además, el alejarse de la pareja para ir a trabajar está generando separaciones y familias disfuncionales, incluso varios jóvenes han tomado fatales decisiones por consumir drogas. En conclusión, doña Mari señaló: “Cancún, más que un lugar para cumplir un sueño, es un lugar donde los jóvenes van a buscar otra vida ante la falta de oportunidades laborales en sus comunidades, es por ello que se observa el ir y venir de autobuses que llevan y traen gente. Pero al final de cuentas, los salarios son bajos, conocen otros vicios y abandonan a sus familias”.
Fuentes: López Dóriga Digital.