domingo, enero 19

“Queremos proteger la industria”: una actriz mira la batalla que emprende Texas contra el porno

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No soy fanático del porno. Conozco a Belladonna y a Silvia Saint, amas de mi adolescencia, que ya serán señoras vintage. Pero no sé nada de lo nuevo, OnlyFans ni las plataformas de pago. Cuando me cogió el vicio por ese tema, en Cuba los videos circulaban en memorias de 512 megabytes y yo no tenía ni computadora dónde meter la mía. Después llegaron las zonas wifi y había que ir a un parque para descargar algo, o ver porno ahí mientras los demás revisaban su Facebook al lado mío.

Cuando emigré a Estados Unidos pensé que iba a ser fácil consumirlo. Al fin y al cabo llegaba al país que más tráfico diario le generaba a sitios populares como PornHub, según datos de 2023. Pero mentira. Justo ese año fui testigo de cómo empezó la hecatombe en el mundo del porno estadounidense.

En mayo, Texas se dio cuenta de que el porno andaba demasiado suelto por internet. Al alcance de cualquiera. Aunque igual se dio cuenta un poco antes, en el tiempo que le tomó a sus legisladores pensar y escribir las poco más de mil 500 palabras que tiene su propuesta legislativa. Dios mío, dijeron los legisladores, se supone que los niños no deben ver porno, tenemos que controlar ese asunto.

Propusieron entonces una ley –la HB 1181–, que se resume en que las entidades comerciales que distribuyen contenido para adultos verifiquen que sus consumidores sean mayores de edad.

La ley no considera pornográficos los sitios o plataformas que dedican menos de un tercio de su contenido al sexo explícito, lo cual pone a salvo, por ejemplo, a X, la red social de Elon Musk. Pero si más de un tercio de lo que muestra es piel y traqueteo erótico, la plataforma debe asegurarse de que no entren menores de 18 años. Y la manera para hacerlo, básicamente, es pidiéndole al usuario un documento de identificación emitido por el gobierno.

Conocí a Mike Stabile, director de políticas públicas de Free Speech Coalition, una organización sin fines de lucro que lleva tres décadas abogando por los derechos de los trabajadores de la industria del entretenimiento para adultos. Según Stabile, a casi todo el mundo se le prenden las alarmas al toparse con un proceso de verificación de edad. Sucede por miedo a exponer la privacidad o porque hay millones de personas en este país que no tienen identificación oficial. También porque es muy fácil encontrar contenido libre en otro lugar sin tantas exigencias.

“Entonces la forma en que está redactada la ley sólo afecta a los sitios pornográficos”, dice Mike. Las redes sociales quedaron fuera. Por eso parece que Texas está haciendo una mini guerra que no está declarada abiertamente.
“[La ley] es ineficaz para evitar que menores accedan a contenido para adultos porque simplemente van a otro lugar. Pero es muy conveniente para castigar a los sitios legales. Si eres una página pirata con videos filtrados, no te importa mucho una ley en Texas. Entonces, en realidad, esta ley mueve a las personas a sitios ilegales”.

La ley fue aprobada el 25 de mayo pasado y pocos días después, como protesta, una decena de páginas se autobloquearon para Texas. Incluidas PornHub, BangBros y Brazzers, que son de las más populares del mundo. No hay cómo entrar sino con VPN, una red privada virtual que bloquea el IP y encripta los datos del usuario.

Fue un suceso controversial e inédito que generó demandas millonarias del gobierno local a algunas de estas empresas. El 15 de enero la Suprema Corte escuchó los contraargumentos y se espera tome una decisión este verano.

Allie Eve Knox, una diosa del fetiche porno
Cuando Mike Stabile me pasa el contacto de Allie Eve Knox, corro a googlearla y me topo a esta rubia que es sexy hasta para atarse los cordones. Lo primero que sale en Wikipedia es su participación en The Sex Factor, el famoso reality de xHamster donde los concursantes compiten para ser estrellas porno.

Tengo el teléfono en silencio y no tengo idea de cómo es su voz. En diez minutos ya la he visto morderse la boca cuando se viene. Empiezo a ensayar cómo entrevistarla sin estar nervioso. Nunca he tenido que hablar con alguien a quien vi masturbándose de forma profesional.

Allie Eve Knox tiene 35 años, dos más que yo, y sus medidas son perfectas para los estándares de esta industria. Este año cumple 12 de carrera. Produce, edita, actúa, hace de todo. Tiene una decena de nominaciones a los Premios AVN y XBIZ, los Oscar y Globos de Oro del cine X. Y miles de seguidores, diosa del fetiche.

Mike me pasó su contacto porque Allie trabaja en una plataforma de activismo, SpankChain, “por los derechos y la libertad financiera de los trabajadores sexuales”, que recientemente se ha asociado con Free Speech Coalition y las grandes empresas afectadas para impulsar la causa contra la ley texana. Se trata, más que nada, de activismo online a través de un blog en Medium y las redes sociales. Aunque con frecuencia ella y su equipo van al Capitolio a “generar revuelo” para que el Congreso los tome en cuenta como una “industria legítima que merece un trato justo”.

Le escribí un correo de lo más profundo en inglés: “Hola, mi nombre es Jesús y estoy investigando sobre la ley de verificación de edad que ha puesto el estado de Texas para los usuarios de sitios pornográficos. Por favor, ¿podrías agendar una entrevista conmigo?”. Ya Mike había intercedido, yo tenía medio tramo de adelanto.

“Hola, estoy disponible todos los días excepto el martes por la tarde. Avísame qué te conviene más”, me respondió dos minutos más tarde. En su foto del Gmail está riéndose más lindo que el malecón de La Habana y tiene el pelo pintado de morado.

Las estrellas porno pagan para que otros paguen por verlas
Quedé con Allie para el lunes. Del otro lado del Zoom el pelo suelto le caía en un hombro y no había difuminado el fondo como hacen todos: detrás la puerta y una lámpara barroca en el techo. Noté que disimulaba la rabia y que andaba pensando en cómo reinventarse porque, aunque nació en Georgia, vive en Texas, y es triste que el estado donde está tu casa te limite la forma en que mantienes “las luces encendidas”.

–Me encantaría mudarme de Texas ahora mismo, quiero decir, si llega el Proyecto 2025, entonces sí, tendré que mudarme por completo. Fuera del país, vaya.

El bloqueo total de algunos sitios y el nuevo e incómodo procedimiento para acceder a otros trajo dos resultados para Allie. El primero: calcula que ha perdido entre el 40 y el 50 por ciento del tráfico usual hacia las plataformas donde vende su contenido. Esto quiere decir que está ganando la mitad que antes aunque trabaja lo mismo y sus bills to pay (cuentas por pagar) siguen siendo los mismos. Miles de dólares menos que le caen cada mes a su cuenta.

Y el segundo es que ahora gasta ocho veces más dinero en derechos de autor, la Digital Millenium Copyright Act (DMCA), una solicitud legal para borrar lo que le piratean. “Todo mi contenido [desde el bloqueo texano] está siendo robado de los lugares legítimos donde lo vendo y está siendo publicado en lugares que no lo son”.

Es decir que, si la googleas como hice yo, te vas a encontrar fotos y videos suyos sin que ella genere un sólo dólar. Entonces Allie tiene que pagar para eliminarlos. Pagar para obligarte a pagar por verla.

Y al final Allie está en esto del porno porque le gusta, pero también por dinero. De hecho, por eso fue que empezó, recién salida de la universidad, con dos licenciaturas (Arte y Antropología), una maestría en Arqueología y una deuda infinita. Consiguió un trabajito ahí normal donde dice que se sentía como otro número. Hasta que se atrevió a hacer lives eróticos y se dio cuenta de que en diez minutos facturaba más que en su jornada laboral. Y que los clientes la tomaban en serio.

Entonces se enganchó. Al principio le daba pena. Muda total, siempre le preguntaban si tenía problemas con el micrófono. Pero el miedo le duró dos semanas. Después entró a un Campamento Playboy, un show con chicas que cantaban en topless o bailaban jazz con el trasero al aire.

–Ahí fue donde comencé. Era sólo una provocación para que pudieras mostrar, ya sabes, lo que sea, pero no tenías que ir más allá, nada con lo que no te sintieras cómoda. Eso fue realmente bueno para mí porque pude establecer mis límites.

Encuentro un video. Allie actúa de angelito con piercing en la nariz, conversa con su madrastra sobre algo relacionado con el padre, ambas lucen de los mismos treinta y pico. Allie con un vestido negro con flores y la madrastra de azul. Corte. Allie se desnuda frente al espejo, primer plano de su cuerpo, el lunar del pezón izquierdo, sombra malva en los ojos. Corte. Allie y su madrastra se abrazan en la cama, siguen hablando sabe Dios de qué, drama familiar, después se besan porque, bueno, tenían que besarse.

Texas tendrá tu historial de navegación y hábitos en internet
Free Speech Coalition, las empresas del porno afectadas y la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) entablan una lucha legal contra la HB 1181. Argumentan que viola la Primera Enmienda porque limita el acceso de la gente a consumir y, por ende, a hacer lo que quiera en su privacidad.

–Imagina que eres un hombre de familia y estás viendo porno gay. Bueno, cuando esa información se filtre, se filtrará tu historial, todos tus hábitos. Y mi predicción es que esas cosas se van a utilizar en los tribunales para cuestiones como la custodia de los hijos o el divorcio –afirmó Allie.

Espejuelos con montura de pasta y ese pulóver negro de SpankChain que se puso a propósito, como si fuera a darle promoción en un set de televisión. SpankChain además de ser una plataforma de activismo sumada a esta causa, es una tienda virtual de contenido X donde ella es jefa de personal.

Lo que dice Allie no es descabellado. Las empresas encargadas de verificar la edad de los usuarios, como Yoti o Incode, consideran improbable que ocurra un hackeo en sus servidores. Sin embargo, en 2016 un ciberataque a Uber reveló detalles de 57 millones de usuarios y conductores; y tres años antes una filtración de Adobe comprometió a más de 150 millones de cuentas, por poner dos ejemplos. Todos saben que nada es infalible en el internet.

–Ahora que la gente empieza a oír hablar de este asunto, creo que va a crecer un poco más. Vamos a captar personas que van a tomar conciencia, gente como tú va a empezar a publicar nuestras historias. Esto es todo lo que tenemos que hacer, decirlo para que todos lo sepan –dice Allie.

Los demandantes lograron que la Corte Suprema evaluara el caso el 15 de enero en Washington y escuchó sus argumentos.

–La Corte Suprema ha declarado antes inconstitucionales leyes similares y tendría que apartarse significativamente de casos anteriores para confirmar esta ley –explicó Vera Eidelman, abogada de ACLU–. Si ahora decide que esta ley es inconstitucional, el estado no podrá aplicarla, y esperamos que la decisión envíe un mensaje claro a otros estados.

Pero el 15 de enero todo apuntó a que los republicanos ganarán la guerra. La Corte Suprema tiene mayoría conservadora y, después del debate, quedó flotando la idea de que al final van a permitir la ley. Aunque no se sabrá la decisión hasta el próximo verano.

Por otra parte, si entras a PornHub o a cualquiera de esas páginas bloqueadas desde Texas, vas a chocar con un cartel que exige que la forma de corroborar la edad de los usuarios sea en tu propio móvil, es decir, “denegar o permitir el acceso a materiales y sitios web con restricciones de edad en función de esa verificación”.

De esta manera, detalla el comunicado, la información personal del usuario se ingresaría localmente en el dispositivo o se almacenaría en una red controlada por el fabricante o por el proveedor del sistema operativo. Y el software se encargaría de regular el acceso a determinados sitios.

Mientras la ley no cambie, las plataformas permanecerán bloqueadas. Y van a hacerlo también en cada estado que promueva regulaciones similares.

–Hay formas de abordar esto, como que los padres pongan filtros en los dispositivos de sus hijos –dice Allie al respecto–. No tiene ningún sentido prohibir que los adultos accedan a este tipo de contenido sólo para asegurarnos de que los niños no puedan. Si tomaras su dispositivo y le pusieras un filtro, el niño no podría acceder en absoluto. Para mí, ese tipo de crianza es la solución.

Encuentro otro video suyo. Sola en la habitación, paredes negras, lámpara, espejos, un tapiz indio, Allie está sentada en la cama hablando con alguien por Skype, supongo, la otra persona sólo es una voz que sale desde la laptop. Allie, faldita negra, blusa azul, uñas de color marrón, se pone en cuatro, nominada al Mejor Culo en los Premios Cammy 2018. Corte en la mejor parte para que pagues. “Did you like it?”.

Los republicanos clasifican cualquier cosa que no les guste
Allie Eve Knox me enseña su agenda de tareas, grandísima, escrita con tinta rosa. Según su lista tiene 22 cuentas en 22 plataformas diferentes y las actualiza de a 11 diarias. En I Want Clips te compras, por ejemplo, un video suyo de 13 minutos por 19.99 dólares y otro de nueve minutos por 12.99. Ahora mismo en su página tiene 101 videos disponibles. Con teasers gratis de 15 segundos donde chupa un dildo o baila un striptease eficaz y cíclico como el motor de una lavadora.

Encontré uno donde colabora con otra mujer pero es más largo, 16 minutos, y cuesta 24.99. En MintStars desbloqueas su contenido si te suscribes por 4.89 mensuales, lo cual no hice obviamente. Y su X es un diario vampiro. Entre una cosa y otra, mueve tuits contra la mini guerra al porno: “¿Preocupado por los ataques a nuestra industria? ¡Aprende lo que está pasando y cómo luchar!”; “los republicanos ya están clasificando cualquier cosa que no les guste como pornografía obscena y encontrando formas de prohibirla”. Mensajes así.

–Mi plan es seguir hablando de esto. Creo que todavía estamos en la parte de concientización y educación. Esa es la única forma.

Pero si nada funciona, si finalmente la Corte Suprema de Estados Unidos aprueba la ley, Allie planea mudarse a otro país. Su intención es alejarse porque está convencida de que la industria va a convertirse en un cosmos distópico, clandestino y sin control. Está segura de que tendrán que volver a “operar en la oscuridad”.

A lo que se refiere es al nivel de seriedad en el negocio. Hoy las empresas y plataformas “legítimas” exigen que cada creador firme un documento de autorización donde confirme su mayoría de edad y que está de acuerdo con que su contenido esté en línea; hay que verificarse y aclarar que todo ha sido consensuado. Los consumidores no se van a ir. Seguirán gastando cada vez menos, como ahora, pero no viendo menos. Y los creadores no van a ponerse a inventar trabajos regulares o a cambiarse la vida de un minuto a otro.

–Este es mi negocio, es la forma en que mantengo a mi familia. Ya sabes, cuando te conviertes en alguien así te ponen la letra escarlata y no puedes volver y ser profesora, no puedes volver y ser enfermera. Esto es lo que voy a ser para siempre.

“Queremos proteger nuestra industria y a los niños y proteger, ya sabes, el contenido. Que estamos trabajando con personas transparentes y que hacen las cosas legalmente. Pero si nos siguen empujando a esto, sucederán cosas inseguras”.

Hace tres semanas, un tribunal de Tennessee bloqueó una ley similar en ese estado. Victoria para Free Speech Coalition, sus aliados, y para el porno entero, me dijo Mike. Pero a los pocos días el Tribunal de Apelaciones suspendió la medida, lo cual permite que la ley entre en vigor. Fue una victoria temporal. Cuando la Corte Suprema comunique su decisión sobre si la HB 1181 es inconstitucional o no, si sigue o no vigente, le va a tocar a Allie decidir en qué parte del mundo instalará su vida. Pero todavía no ha hecho las maletas.

Nota original aquí

Fuente: Milenio Digital

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