En Yucatán, un estado que suele presumirse como “el más seguro de México”, las cifras cuentan una historia distinta: miles de niñas, adolescentes y mujeres viven entre el miedo, el silencio y la desprotección institucional.
Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh), elaborada por el Inegi, el 71.4% de las mujeres yucatecas de 15 años o más ha sufrido algún tipo de violencia a lo largo de su vida. Es decir, siete de cada diez.
Y el dato más preocupante: 44.9% vivió violencia en los últimos 12 meses, una proporción por encima del promedio nacional.
La violencia de género en el estado no siempre aparece en los registros oficiales. Muchas agresiones no se denuncian, no se investigan o quedan atrapadas en la vida doméstica. Las bajas tasas de denuncia o de llamadas al 911 suelen reflejar más desconfianza institucional que ausencia de violencia.
Violencias múltiples y persistentes
Violencia sexual: la mitad de las mujeres la ha sufrido
La violencia sexual es una de las expresiones más extendidas: la mitad de las mujeres en Yucatán será víctima de agresión sexual en algún momento de su vida.
Este fenómeno se entrelaza con otras formas de hostigamiento presentes en los espacios públicos, escolares y laborales.
Violencia física y escolar
En la última medición, 45% reportó violencia física en el último año, cifra que desmonta la imagen de tranquilidad doméstica.
Las escuelas tampoco son espacios seguros.
Tres de cada diez mujeres han vivido violencia escolar, y casi una cuarta parte la padeció apenas en el último año. Un dato especialmente alarmante es que 47% identificó a un compañero como su agresor, uno de los porcentajes más altos del país.
Violencia laboral y en espacios públicos
En el trabajo, 27% de las yucatecas ha sufrido violencia laboral, desde hostigamiento hasta agresiones físicas o sexuales.
En las calles, paraderos o parques, la sensación de vulnerabilidad es constante: 65% identifica a un desconocido como agresor.
El silencio dentro del hogar
El hogar, que debería ser un refugio, muchas veces se convierte en escenario de violencia.
El 11% sufrió agresiones familiares en el último año, cifra superior al promedio nacional.
Pero la violencia de pareja es la más persistente:
45% de las mujeres que han tenido una relación afectiva fue violentada por su pareja, y casi una de cada cuatro vivió esta situación en el último año.
Esto coloca a Yucatán entre los estados con mayor prevalencia de violencia de pareja.
Infancias vulneradas: el origen del ciclo
La violencia no comienza en la adultez.
Según la Endireh, 46% de las mujeres en Yucatán vivió algún tipo de violencia antes de los 15 años.
Muchas veces, estas agresiones provienen de familiares, vecinos o figuras de autoridad. Estudios recientes señalan que las experiencias de violencia en la infancia aumentan la probabilidad de sufrir agresiones en relaciones adultas, perpetuando un ciclo difícil de romper.
Feminicidios: la forma extrema de la violencia
Entre 2015 y 2023, Yucatán registró 53 feminicidios.
En 2024 se contabilizaron siete casos y, hasta septiembre de 2025, al menos seis mujeres han sido asesinadas por razones de género.
Eso equivale a una mujer asesinada cada 36 días en el estado.
Las organizaciones feministas insisten: Yucatán no es una excepción, sino parte de una crisis nacional.
La brecha entre la ley y la realidad
Aunque México cuenta con leyes avanzadas en materia de protección para mujeres, las reformas por sí mismas no han logrado reducir la violencia.
Los principales obstáculos siguen siendo:
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falta de prevención,
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impunidad,
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normalización social de las violencias,
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insuficiente atención institucional,
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recursos limitados en refugios y centros de apoyo.
Muchas mujeres que salen de situaciones de violencia terminan huyendo con sus hijas e hijos, sin garantías reales para reconstruir su vida.
Una urgencia inaplazable
Los datos muestran una violencia sistémica que atraviesa todos los rincones del estado, desde el centro de Mérida hasta las comunidades rurales. Ante ello, organizaciones civiles insisten en fortalecer las denuncias, mejorar la respuesta institucional, invertir en educación con perspectiva de género desde la primera infancia y garantizar que la justicia deje de ser una promesa incumplida.
Redacción: Yucatánalamano.