La erosión costera ha venido avanzando de manera constante, afectando tanto el paisaje natural como la infraestructura y economía local.
El fenómeno, resultado de una compleja interacción entre factores naturales y humanos, ha alcanzado niveles críticos en los últimos años. Investigaciones realizadas por académicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) advierten que la situación no solo compromete la estabilidad de los ecosistemas costeros, sino también los medios de vida de la población que depende del turismo y la pesca.
Entre los elementos naturales que aceleran la pérdida de playas se encuentra el cambio climático, que ha intensificado la actividad de huracanes, tormentas tropicales y los conocidos “nortes”. Estos eventos meteorológicos contribuyen a la remoción de grandes volúmenes de arena, empujando progresivamente la línea de costa tierra adentro. A esto se suma el incremento sostenido del nivel del mar.
Por otro lado, las intervenciones humanas han profundizado la crisis. De acuerdo con una tesis de posgrado respaldada por el Instituto de Ingeniería de la UNAM —ubicado en el puerto de Sisal—, la ampliación del muelle de altura de Progreso, llevada a cabo en 1985, modificó de manera significativa la dinámica de los sedimentos costeros. El uso de materiales que impiden el paso del agua interrumpió el flujo natural de arena, generando desequilibrios que todavía se sienten hoy.
Además, el desarrollo urbano descontrolado ha eliminado la protección natural del litoral. La edificación de casas, hoteles y comercios sobre la duna costera ha debilitado la capacidad de defensa frente al oleaje. Como respuesta, algunos propietarios han instalado espolones, muros de contención y geotubos para frenar el avance del mar. Sin embargo, especialistas advierten que estas soluciones son temporales y, en muchos casos, terminan desplazando el problema hacia zonas vecinas.
La erosión en Progreso no es solo una amenaza paisajística o económica: es una señal urgente de desequilibrio ambiental que requiere atención inmediata. La conservación del litoral yucateco implica no solo proteger una playa, sino también preservar un patrimonio natural y cultural que hoy está en riesgo de perderse.
Redacción: Yucatánalamano.
