Por medio de foros secretos o chats encriptados y temporales, cárteles como el de Sinaloa contratan a freelancers para facilitar sus operaciones en Europa
Durante las fiestas decembrinas de 2018, el cártel de Sinaloa tenía una doble razón para festejar: se preparaban para el Año Nuevo y para abrir una nueva ruta de cocaína de 10 mil 839 kilómetros hacia Europa.
Para asegurar el éxito del nuevo derrotero, cada parada había sido preparada meticulosamente, como lo haría una aerolínea legal que invierte millones de dólares en sus planes de expansión: el cártel contrató expertos en tráfico aéreo y de drogas para evaluar la viabilidad de puertos aéreos, costos, aliados y rentabilidad financiera.
Tras meses de trabajo en Culiacán, el cártel estaba listo para abrir la ruta México-Italia con la cual buscaban entrar al mercado negro de los Balcanes, una región que incluye 11 países, entre ellos Albania, Bosnia y Bulgaria, y donde un gramo de cocaína que en México vale seis euros allá puede llegar hasta los 86 euros, de acuerdo con el Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías.
Es decir, la misma cantidad de cocaína genera una ganancia superior al mil 333 por ciento. Esos márgenes sólo son comparables con la rentabilidad del petróleo o minerales preciosos.
La ruta incluía dos escalas. Primero, saldrían jets vacíos desde México hasta Colombia para abastecerse de cocaína con los socios sudamericanos que ya tiene el Cártel de Sinaloa. Luego, la aeronave aterrizaría en Cabo Verde, África —frente a las costas senegalesas—para cargar combustible y llegar sin contratiempos a Catania, al sur de Italia, donde la aeronave sería descargada para que un representante de los narcotraficantes sinaloenses vendiera los kilos a la ‘Ndrangheta, la mafia italiana más poderosa en Europa.
A su vez, las ‘ndrine —unidades operativas de la ‘Ndrangheta repartidas fuera de Europa— se encargarían de llevar la droga por Europa, incluida la península balcánica, y revenderla a mafias locales para su distribución al narcomenudeo.
De ese modo, las mafias albanesas y grupos criminales como Brigada Oarza, de origen búlgaro, podrían ser los vendedores finales de la cocaína que había viajado por el mundo desde un jet privado que partía desde Culiacán.
Pero el minucioso plan tenía un problema: no hay narcotraficantes sinaloenses que dominen, al mismo tiempo y fluidamente, el inglés, portugués, italiano y albanés para negociar exitosamente kilos por euros.
Pese a esas complicaciones, la Agencia de la Unión Europea para la Cooperación Policial (Europol) estaba segura de que el crimen organizado en América Latina había llegado hasta los Balcanes en algún punto entre 2015 y 2018.
En julio de 2022, la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado Transnacional, una ONG internacional con sede en Ginebra, Suiza, contactó a decenas de periodistas en América Latina y Europa con una propuesta: crear una red de investigadores de ambos lados del océano para intercambiar información, contactos y documentos para darle respuesta a una interrogante: ¿de qué tamaño es la presencia del crimen organizado latino en los países de la península balcánica, casa de importantes mafias como la rumana o la de Kosovo?
“Los cárteles mexicanos son conocidos por cooperar con redes criminales con sede en la Unión Europea (UE) para traficar metanfetamina y cocaína a los puertos de la UE para su posterior distribución dentro y fuera de los Estados Miembros”, advierte el informe de la Europol, elaborado con la DEA, titulado ‘El involucramiento de los actores criminales mexicanos en el mercado de drogas de Europa’.
Este es el capítulo México de aquella investigación de periodismo colaborativo.
El eslabón silencioso
Pocos narcotraficantes se arriesgarían a subirse a un avión comercial para cruzar fronteras internacionales y supervisar personalmente un negocio ilegal y millonario. Lo evitan por miedo a que su identidad sea descubierta, como le pasó a José Rodrigo Aréchiga, mejor conocido como el ‘Chino Ántrax’, detenido en Ámsterdam, Países Bajos, o a Sergio Vega Mendoza, ‘El Látigo’, arrestado en su propio país en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
No se exponen a cargar con pasaportes falsos ni a usar una peluca sospechosa que los delate en un país donde no tienen protección policial. Algunos ni siquiera salen de las plazas que dominan o de la sierra en la que se ocultan.
Así que el cártel de Sinaloa tuvo que recurrir a una bolsa de trabajo ilegal y costosa que les garantizara que la nueva ruta México-Italia sería un éxito. Una que está a disposición del crimen organizado en el mundo: la contratación de brókers, los freelancers de la delincuencia de altos vuelos.
Un bróker en este mundo es, en resumen, un facilitador que garantizará con su vida el éxito de un proyecto internacional para cualquier grupo criminal que le contrate.
Típicamente es un ex militar, un policía retirado, un espía privado o un servidor público con poder que conecta a grupos criminales entre ellos, y que actúa como intermediario, traductor de necesidades, proveedor de logística, contratador de cocineros en laboratorios clandestinos, corruptor de funcionarios en puertos marítimos y aéreos, comprador de propiedades en el extranjero para usarlas como bodegas, enterrador de investigaciones judiciales, recuperador de droga incautada y más.
Para que su currículum destaque entre otros brókers, presumirá sus años en alguna corporación de seguridad, su adiestramiento castrense, sus conexiones familiares con políticos de alto nivel o sus años de operación con grandes cárteles y grupos terroristas.
“Los brókers son parte de un modelo criminal se asemeja al outsourcing, donde una organización criminal decide contratar a alguien con una especialización en lugar de perder recursos en entrenar a alguien dentro de la empresa”. Así los describe Stu Sjouwerman, experto en ciberseguridad, quien identifica tres espacios típicos para llegar hasta uno de ellos: la internet profunda o Deep Web, foros secretos o chats encriptados y temporales.
Fuentes: Milenio.