De acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo correspondientes al tercer trimestre de 2025, la actividad laboral en la entidad sigue creciendo, pero ese dinamismo no se traduce necesariamente en mejores ingresos ni en empleos estables.
Más personas trabajando, pero no necesariamente mejor
La población en edad de trabajar —mayores de 15 años— ya ronda los dos millones, y alrededor del 66% participa activamente en el mercado laboral. Esto se refleja en más de 1.24 millones de personas ocupadas, un aumento anual significativo. La tasa de desempleo, por su parte, apenas alcanza 1.5%, una de las más bajas del país.
Sin embargo, estos números positivos esconden un problema estructural: la mayoría de los empleos provienen de micronegocios con capacidad limitada para ofrecer prestaciones, estabilidad o salarios competitivos. Son unidades económicas pequeñas, muchas veces familiares o sin formalización plena, que sostienen buena parte del día a día económico, pero al mismo tiempo perpetúan la informalidad.
Sectores clave en retroceso
Aunque el comercio y algunos servicios registraron crecimiento, la caída en sectores estratégicos fue considerable.
La construcción perdió más de 14 mil empleos, afectando a toda su cadena: mano de obra, proveedores de materiales, contratistas y oficios especializados.
El turismo, especialmente hoteles y restaurantes, recortó más de 12 mil plazas, un duro golpe para jóvenes y mujeres que suelen encontrar en esas actividades su primer empleo formal.
Salarios estancados y poca movilidad
La estructura salarial refleja las limitaciones del modelo económico actual. La mayoría de los trabajadores permanece en los rangos de ingreso más bajos, con jornadas extensas y pocas oportunidades de ascenso. En Yucatán, quien inicia con un salario reducido suele quedarse ahí durante años, debido a la escasez de puestos de mayor especialización y a que la mayoría de los negocios son demasiado pequeños para generar empleos bien remunerados.
80 mil personas listas para trabajar… pero sin oportunidades
Otro factor poco visible es la Población No Económicamente Activa disponible, integrada por más de 80 mil personas que no trabajan, pero aceptarían un empleo si lo encontraran.
Este grupo representa un potencial desaprovechado que podría cubrir vacantes en sectores con necesidad de mano de obra, siempre y cuando existan programas de capacitación y políticas que conecten oferta y demanda.
El impacto de la desigualdad de género
Las mujeres siguen concentrándose en actividades de comercio, cuidados y servicios personales, donde predominan la informalidad y los salarios bajos. Aunque el empleo femenino crece, lo hace con mayor rapidez en sectores informales, lo que limita su autonomía económica y mantiene brechas históricas.
¿Qué se requiere para cambiar el rumbo?
La realidad laboral de Yucatán no está colapsada, pero sí atrapada en un modelo que genera empleo sin ofrecer progreso. Para revertir esta situación, se requieren acciones estructurales:
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Impulsar la transformación de micronegocios en pequeñas empresas mediante apoyos técnicos y financiamiento.
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Integrar a la PNEA disponible a través de capacitación focalizada y programas de inserción laboral.
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Reactivar sectores estratégicos —como construcción y alojamiento— con obra pública y estímulos.
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Crear un sistema estatal de protección social para trabajadores independientes.
El estado genera empleo, pero no suficientes empleos de calidad. Salir de este círculo requiere un cambio profundo en la forma en que se produce, se contrata y se distribuye el valor en la economía local.
Redacción: Yucatánalamano.