Efectividad puesta en duda: agroquímicos, un riesgo de salud para la población
Los agroquímicos que a mediados del siglo XX parecían ser la panacea en materia de control de plagas y nutrimento del suelo para los cultivos, marcaron entonces un adelanto significativo para llevar a la agricultura a un mayor nivel de desarrollo.
Sin embargo, en el largo plazo, el uso y abuso de estos, derivado de una laxa comercialización de los mismos y paralelamente a una falta de capacitación adecuada para su manejo hicieron de estos un grave problema que trasciende al terreno de la salud en la población, por los efectos nocivos que estos tiene en el ser humano.
En el marco del aniversario de la aparición del primer plaguicida, acontecido a principios de la segunda mitad de 1939, se entrevistó a una especialista que nos platicó de los efectos de estos químicos en el ambiente.
Ya sea presentes en el suelo o el agua, el problema de los agroquímicos, (fertilizantes, herbicidas o plaguicidas) es multifactorial y complejo dada las características propias del campo de la península, donde el suelo kárstico prácticamente permite que estos productos lleguen sin problema a los acuíferos del subsuelo.
Al estar presentes en el suelo sus moléculas se adhieren y permanecen en los productos del campo, pero los efectos de control de plagas también alcanzan a especies de insectos útiles para la regeneración de flores y frutos, como son las abejas que también se ven afectadas por los plaguicidas.
Más problemas que beneficios con los agroquímicos
La maestra en Gestión Ambiental, Karla Amador Baranda, directora de la escuela de Recursos Naturales de la Universidad Marista de Mérida, en entrevista con el Diario, explica por qué el uso de agroquímicos causa más problemas de los que puede solucionar, pues en la actualidad su uso indiscriminado ha propiciado que su efectividad este en duda.
“En los años 50 del siglo pasado, como una forma de apoyar a los productores del campo en la obtención de mejores cosechas y minimizar los efectos de las plagas, las autoridades comenzaron a promover el uso de agroquímicos, productos que tienen como objeto mejorar las cualidades de los terrenos al tiempo que evitan la proliferación de plagas, dando por resultado cosechas más abundantes en menos tiempo y libres de insectos dañinos” explicó.
“Los agroquímicos resultaron ser la panacea para el campo, los beneficios en el corto plazo fueron buenos, eran eficientes y pronto todos los productores querían hacer uso de ellos: había una capacitación para su uso y se podían adquirir sin mayor problema”, comentó la especialista.
Sin embargo, según refiere la maestra Karla Amador, el uso prolongado y cada vez mayor de estos agroquímicos generó una serie de situaciones que nadie supo anticipar en su momento; al hacerse más popular su uso, mayores eran las cantidades de organofluorados, clorados o DDT que llegaban al agua del subsuelo.
El uso prolongado de agroquímicos pronto causó que los insectos desarrollaran una mayor resistencia a los mismos, de modo que ante la ineficacia de las proporciones recomendadas por los fabricantes, pronto su uso fue de forma desmedida, con venta libre y sin adecuado manejo de los mismos.
Daños a la salud
De igual manera los agroquímicos requieren un manejo cuidadoso tanto en su preparación como en su aplicación, el uso de cantidades muy específicas e, incluso, quienes los preparan deben observar mínimas medidas de protección y almacenaje que muchas veces no se respetan.
Tratándose de plaguicidas, los efectos de estos alcanzan a especies de gran valor para el campo y el ser humano, como las abejas que suelen verse afectadas por la presencia de estos productos en flores y cultivos.
Actualmente, la eficacia de los agroquímicos está en duda, ya no sirven para nutrir la tierra ni combatir las plagas que se han vuelto resistentes a los mismos, pero su uso continúa, dijo. En este sentido, la investigación científica, una mayor concientización del problema y el apoyo de las autoridades, son un valioso primer paso hacia el objetivo.
“Los agroquímicos tienen efectos en la salud de las personas, ya sea en quienes se exponen al uso constante e incluso en los consumidores de los productos del campo, sus efectos están asociados a problemas neurológicos, reproductivos, cáncer, etcétera.” explicó.
“Por otro lado está el agua, la abundancia del vital líquido contrasta con la calidad del mismo, no sólo estamos hablando de que se contamina con los agroquímicos, sino que existe un problema serio por las descargas de aguas residuales o desechos orgánicos que se generan en asentamientos humanos donde no existe un adecuado sistema de drenaje o plantas de tratamiento de aguas”, indicó.
La entrevistada comentó que el problema es complejo porque existen factores que condicionan que se siga dando. Advierte que en el mercado local se siguen vendiendo libremente agroquímicos que por su peligrosidad ya no deberían comercializar; aquí la legislación en la materia se ha quedado corta al no poder sentar las bases de un mayor control sobre la fabricación, distribución y venta de agroquímicos.
Nota original aquí
Fuente: Diario de Yucatán/Emanuel Rincón