Este patrón suele estar relacionado con estilos de crianza permisivos o compensatorios, en los que los regalos terminan sustituyendo normas, límites y tiempo de acompañamiento emocional.
Así lo explicó Patricia Gili López, psicóloga y psicoterapeuta, así como ex presidenta del Colegio de Psicólogos del Estado de Yucatán, quien advirtió que este fenómeno es especialmente frecuente en la entidad durante celebraciones y fechas especiales, así como en hogares donde ambos padres trabajan jornadas extensas.
De acuerdo con la especialista, cuando el afecto se expresa principalmente a través de objetos, los menores tienden a desarrollar un apego mayor a lo material que a las experiencias compartidas o a los vínculos emocionales.
“Los niños aprenden a asociar la felicidad con el consumo inmediato y no con el esfuerzo, la espera o la relación con los demás. Esto impacta su capacidad de autorregulación, su paciencia y la valoración del trabajo personal, aspectos importantes en nuestra cultura”, señaló.
Impacto a largo plazo
La psicóloga alertó que este tipo de crianza puede generar consecuencias que se manifiestan incluso en la edad adulta, como dificultad para manejar la frustración, conductas impulsivas y conflictos en las relaciones interpersonales.
“Cuando un niño crece recibiendo todo de forma inmediata, pierde oportunidades esenciales para desarrollar habilidades como la tolerancia a la frustración y la resolución de problemas”, puntualizó.
Principales consecuencias identificadas
Patricia Gili destacó tres efectos frecuentes asociados al síndrome del niño hiperregalado:
Baja tolerancia a la frustración.
Al no enfrentarse a límites ni a la espera, los niños pueden desarrollar impulsividad y dificultades para manejar el rechazo o los contratiempos en distintas etapas de su vida.
Reducción de la creatividad.
El exceso de juguetes estructurados limita el juego libre y simbólico. Esto puede traducirse en menor capacidad de exploración, imaginación e iniciativa personal.
Fomento del consumismo.
Se refuerza la creencia de que la satisfacción emocional proviene de lo material, lo que a futuro puede derivar en hábitos de consumo compulsivo y una menor valoración de las experiencias y los vínculos afectivos.
Recomendaciones para las familias
Para prevenir o contrarrestar este síndrome, la especialista sugirió algunas acciones concretas para madres y padres:
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Establecer límites claros sobre la cantidad y el momento de los regalos.
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Promover la paciencia y la espera mediante actividades sencillas, como el ahorro.
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Priorizar experiencias compartidas —culturales, deportivas o familiares— sobre objetos.
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Dialogar con los niños sobre la diferencia entre deseos y necesidades.
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Dedicar tiempo de calidad, aunque sea breve, de forma constante.
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Mantener coherencia entre los adultos responsables para ofrecer seguridad emocional.
Finalmente, Patricia Gili hizo un llamado a la sociedad yucateca a revalorar la convivencia y el vínculo afectivo por encima del consumo.
“El desarrollo emocional sano no se construye con cosas, sino con presencia, límites y afecto consciente. Regalar menos objetos y más tiempo siempre será una inversión en el bienestar futuro de la niñez”.
Redacción: Yucatánalamano.