jueves, agosto 1

El primer recorte de tasas, jugada preventiva de BCE

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El movimiento mantiene la política monetaria restrictiva y debe considerarse una acción calibrada para debilitar el vicio de la economía de la eurozona y no como el comienzo de un rápido ciclo de expansión

Casi dos años después de que comenzó su ciclo de alzas de las tasas de interés, el Banco Central Europeo (BCE) efectuó su primer recorte. La reducción de un cuarto de punto, de 4 a 3.75 por ciento, que la presidenta Christine Lagarde estuvo preparando en los últimos meses, aliviará a los solicitantes de préstamos europeos. El organismo cumplió lo que había indicado, algo que importa para la credibilidad de la institución. También tomó una medida pragmática y preventiva.

La banca central consiste en sopesar los riesgos. Desde la pandemia, el temor ha sido que se disparara el aumento de la inflación si las tasas no eran suficientemente restrictivas. Poco a poco, la dinámica ha cambiado. Ahora que la tendencia de la inflación es a la baja y se acerca al 2 por ciento en las economías avanzadas, se presta más atención al impacto del alto costo del crédito sobre la actividad económica. Si se mantienen las tasas demasiado altas durante mucho tiempo, la inflación puede caer demasiado y llevarse por delante el crecimiento.

En la zona euro, la inflación se ha deslizado hacia 2 por ciento durante todo el año, con un ligero repunte el mes pasado. Los indicadores a futuro parecen prometedores. Las encuestas sobre las expectativas de los precios de venta de las empresas apuntan a un debilitamiento de los componentes de la inflación subyacente en el futuro, al igual que la caída de los salarios anunciados en las ofertas de empleo.

Las señales de que la tendencia desinflacionaria continuará, combinadas con 18 meses de débil crecimiento económico trimestral, son una justificación decente para eliminar el nivel máximo de restricción de tasas. Aunque los indicadores recientes parecen más optimistas en cuanto a la actividad, las estrictas condiciones de los préstamos y la disminución de los planes de contratación sugieren que ésta sigue siendo moderada.

Lagarde todavía fue prudente al guardar silencio sobre las próximas medidas del BCE. El repunte de la inflación de la eurozona en mayo, junto con la persistente incertidumbre económica mundial —incluida la relativa a las cadenas de suministro y los regímenes arancelarios— pone de relieve que todavía existen riesgos al alza para los precios. En consecuencia, el recorte de 25 puntos base, que mantiene la política del BCE relativamente restrictiva, debe considerarse como una medida calibrada para debilitar el vicio de la economía de la eurozona, y no como el comienzo de un rápido ciclo de expansión.

Los bancos centrales de las economías avanzadas son cada vez más conscientes de que esperar hasta que la inflación alcance 2 por ciento antes de recortar las tasas puede ser demasiado tarde. El miércoles, el Banco de Canadá hizo su primer recorte. La Fed y el Banco de Inglaterra también tendrán que hacer sus propias evaluaciones de riesgo en sus reuniones de las próximas semanas.

Hasta hace poco, el sólido crecimiento económico y un proceso de desinflación intermitente habían aumentado las perspectivas de que la Fed retrasaría los recortes más adelante, pero una serie de datos, que incluyen un panorama poco alentador en el sector de fabricación, más señales de enfriamiento en el mercado laboral y una reanudación de la tendencia a la baja en la inflación subyacente en abril animaron a las palomas (responsables políticos de línea moderada) a pedir un recorte preventivo.

En Gran Bretaña, la inflación dio un gran salto hasta 2.3 por ciento en abril, pero las tasas siguen en su nivel más alto del ciclo. El desempleo ha ido aumentando y la actividad de contratación se está debilitando, aunque los halcones (los responsables políticos de línea dura) señalan algunos riesgos de rigidez de los precios.

Después de muchos meses de sobrepasar sus objetivos de inflación, es comprensible que los responsables de la política monetaria estén preocupados por la posibilidad de que el crecimiento de los precios vuelva a oscilar al alza. Pero también deben estar atentos al cambio en el equilibrio de riesgos, ya que deben equilibrar inflación y crecimiento. Otros bancos centrales podrían juzgar que no necesitan copiar la medida del BCE de inmediato, pero es poco probable que estén muy lejos de hacerlo.

Nota original aquí

Fuente: Milenio Digital

 

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