Para abordar el problema, los investigadores piden “un reconocimiento más amplio del racismo y la xenofobia como determinantes fundamentales de la salud”
El racismo y la discriminación son factores determinantes en las disparidades de salud en el mundo, tanto por el impacto en el estado físico y mental de las personas afectadas como por las políticas sanitarias erróneas que se aplican basadas, por ejemplo, en mitos sobre diferencias genéticas.
Esta es la conclusión del primer informe de una serie iniciada este jueves por la revista médica “The Lancet“, realizado por investigadores de varias universidades, que ofrecerá recomendaciones para paliar estas desigualdades.
En el texto difundido hoy, los autores sostienen que “el racismo, la xenofobia y la discriminación ocurren en todas partes del mundo y tienen un impacto crítico en la salud de las personas de minorías” étnicas o de otro tipo.
Denuncian que las asunciones “inexactas e infundadas” sobre presuntas diferencias genéticas entre las razas influyen en las políticas de investigación, sanitarias y en la práctica médica.
Para abordar el problema, los investigadores piden a las autoridades políticas y sanitarias “un reconocimiento más amplio del racismo y la xenofobia como determinantes fundamentales de la salud” e instan a la comunidad médica a defender la implementación de medidas que se centren en tratar “las causas estructurales” de las dolencias.
Los expertos, de universidades de India, Sudáfrica, Australia, Filipinas, Estados Unidos o el Reino Unido, constatan que en todos los países existe discriminación basada en categorías como “casta, etnia, indigeneidad, estatus migratorio, raza, religión y color de la piel“.
Reconocen además que estas se combinan con otras como el sexismo y el capacitismo o prejuicio basado en la capacidad.
Como ejemplos concretos, citan, entre otros, el hecho de que en el Reino Unido se observaron tasas de mortalidad más altas durante la pandemia de covid entre los grupos étnicos africanos negros, caribeños negros, bangladesíes, paquistaníes e indios.
Señalan también que los grupos de inmigrantes y otros, como las castas en la India, afrontan barreras en la atención médica que reciben, al igual que las poblaciones indígenas, que también tienen peor expectativa de vida.
Los autores reconocen que, históricamente, la ciencia y la medicina han contribuido a “una categorización de los humanos” que ha llevado a las jerarquías sociales modernas, que, apuntan, son construcciones sociopolíticas.
El estudio constata que “persiste el mito de que las razas son biológicamente distintas” y en muchos países ese factor se usa para priorizar la atención médica.
Los autores argumentan que no se han analizado lo suficiente las razones por las que las personas pertenecientes a minorías corren un mayor riesgo de contraer enfermedades.
A nivel individual, observan, la discriminación puede “activar las hormonas y la respuesta al estrés”, lo que podría “causar cambios biológicos a corto y largo plazo”.
La discriminación también da lugar a muchos de los factores de riesgo asociados con la mala salud, como una vivienda de mala calidad, pobreza, violencia en los vecindarios, más contaminación del aire y el acceso limitado a espacios verdes y alimentos nutritivos, indican.
Y, además, restringe las oportunidades para mejorar el estado personal al haber un menor acceso a la educación, el empleo, el ocio o la atención médica.
Para cambiar este panorama, los autores proponen programas de educación temprana que reduzcan los prejuicios hacia los grupos discriminados y otros que mejoren la sensibilidad entre los proveedores de atención médica.
La legislación y las políticas públicas de equidad racial son también importantes, pues la evidencia indica que cuando hay buenas leyes contra la discriminación se generan “mejores resultados para las minorías étnicas”.
La doctora Sujitha Selvarajah, de la londinense UCL, avisa de que “la discriminación afecta a la salud de muchas maneras”, que pueden ser difíciles de medir porque transcurren a lo largo del tiempo.
“Sin embargo, la evidencia existente indica que los impactos biológicos directos e indirectos de la discriminación son un factor importante de las desigualdades de salud entre las razas, en lugar de la diferencia genética, como a menudo se ha asumido”, afirma.
Su colega de la universidad de Filipinas Gideon Lasco destaca cómo todos estos prejuicios e inequidad se han manifestado durante la crisis por el coronavirus.
“Durante estos últimos años, hemos sido testigos de cómo persiste el colonialismo en la actualidad. El acceso a las vacunas durante la pandemia de COVID-19 se estructuró en líneas coloniales y raciales, de modo que los países de altos ingresos en el Norte Global tuvieron un acceso privilegiado”, afirma.
Lasco recuerda que un 70 % de los europeos han recibido al menos una dosis de la vacuna, frente a solo un 32 % en África.
El experto advierte de que esto se está repitiendo en el contexto de la crisis climática, pues muchas poblaciones minoritarias están sufriendo ya su impacto en la salud, a pesar de que son las que menos contribuyen al calentamiento del planeta.
Fuente: EFE/López Dóriga Digital