Inicio Destacado¿Está en decadencia el shōnen? El género más popular del anime y el manga bajo la lupa

¿Está en decadencia el shōnen? El género más popular del anime y el manga bajo la lupa

El shōnen atraviesa un momento de paradoja: nunca fue tan global, tan visto y tan comentado; y, al mismo tiempo, rara vez había enfrentado tantas críticas por fatiga creativa.

por Luis Carmona
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Por Luis Carmona.

Entre estrenos que rompen récords y temporadas que decepcionan, la conversación pública gira en torno a una pregunta incómoda: ¿está el shōnen entrando en una fase de decadencia narrativa?

El género que no deja de crecer… pero repite fórmulas

Desde hace décadas, el shōnen ha cimentado su éxito sobre pilares reconocibles: acción trepidante, amistades inquebrantables, superación personal y un héroe que escala peldaños de poder. Ese ADN le dio alcance planetario y una base de fans transgeneracional. Sin embargo, esa misma fórmula es señalada hoy como la raíz de un desgaste que vuelve previsibles a numerosas historias.

Críticos y audiencias coinciden en que, en no pocas series recientes, la estructura se percibe calcada: un primer arco magnético y bien planificado, seguido por una sucesión de escaladas de poder que suben la apuesta sin aportar un desarrollo proporcional de personajes o de mundo. El resultado: emoción inmediata, pero menor impacto a largo plazo.

Temporadas apresuradas y relleno: dos caras del mismo problema

A la repetición se suma un dilema de ritmo. Por un lado, la presión por mantener viva la “maquinaria” de franquicias exitosas ha favorecido temporadas aceleradas que condensan o saltan material clave del manga, sacrificando matices y construcción emocional. Por otro, persiste el alargamiento artificial: episodios de relleno, arcos que estiran conflictos mínimos y desenlaces que llegan tarde y sin el peso dramático esperado.

Ambos extremos responden a tensiones industriales (calendarios cerrados, cambios de estudio, rotación de equipos creativos) y tienen un efecto directo en la percepción del público: se siente que la historia “pierde chispa”, ya sea por correr demasiado o por no ir a ninguna parte.

El “power-up” eterno y el desbalance del elenco

Otro punto en la mira es la dependencia del “power-up”, ese recurso que salva al protagonista en el último minuto. Bien usado, es catártico; abusado, rompe la verosimilitud y reduce la narrativa a una escalera mecánica de niveles. A esto se suma el desbalance de elenco: mientras el héroe concentra la evolución, personajes secundarios con potencial quedan relegados a funciones instrumentales sin arcos propios memorables.

Producción irregular y finales polémicos

El auge del streaming elevó el estándar visual y la competencia, pero también expuso las grietas de producción: cambios de estudio entre temporadas, calendarios ajustados y fluctuaciones de calidad de animación que afectan la experiencia. Los finales polémicos son otro fenómeno recurrente: desenlaces que dividen al fandom por sentirse apresurados, moralmente ambiguos o incongruentes con la trayectoria de la obra. Cada cierre que no convence alimenta la narrativa de “decadencia”.

No todo es sombra: la renovación desde dentro

Sería injusto reducir el presente del shōnen a sus tropiezos. En paralelo, han surgido títulos que refrescan el panorama con protagonistas menos arquetípicos, repartos corales mejor trabajados y temáticas que trascienden el combate: duelo, trauma, ética del poder, desigualdad o comunidad. También se observa una preferencia por historias más compactas y una planificación que privilegia el impacto sobre la longevidad artificial.

Además, el intercambio cultural ha ensanchado el horizonte: producciones con sensibilidad diversa, influencias occidentales y latinas, y una animación que experimenta con lenguaje visual y montaje. Esa apertura demuestra que el shōnen puede reinventarse sin perder su corazón.

¿Decadencia o reacomodo?

Más que un colapso del género, lo que se observa es un reacomodo. El público actual es más exigente y tiene más opciones; penaliza el relleno, premia el ritmo y espera personajes con agencia real. Las obras que no se ajustan a ese ecosistema quedan expuestas. Las que sí lo hacen destacan con fuerza y renuevan la fe en el formato.

Lo que viene en 5 a 10 años

A corto y mediano plazo, la tendencia apunta a:

  • Series más cortas y planeadas: menos relleno, arcos definidos, cierres claros.
  • Elencos corales y protagonistas distintos: menos héroes “clon” y más diversidad de motivaciones, vulnerabilidades y trasfondos.
  • Temas contemporáneos: identidad, salud mental, comunidad, ética del poder y conflicto social, integrados sin sermón.
  • Criterio de producción: calendarios menos agresivos y estándares consistentes de animación para proteger la narrativa.
  • Internacionalización responsable: influencias globales que suman sin diluir la identidad del género.

El shōnen no agoniza; se enfrenta a su propio éxito. La sobreexposición, los calendarios de producción y la tentación de estirar triunfos han revelado fisuras que hoy son más visibles que nunca. Pero la respuesta no es el fin del género, sino su depuración: historias mejor planificadas, personajes con trayectorias significativas y riesgo creativo controlado. Allí donde se evita el piloto automático y el “power-up” fácil, el shōnen vuelve a brillar con la intensidad que lo hizo masivo. La “decadencia” no es destino, sino advertencia. Y, si algo ha enseñado el género, es que las caídas son antesala de una nueva transformación.

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