domingo, octubre 20

‘Gustavo Cerati es uno de esos artistas que aparecen una vez por siglo’

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El escritor Sergio Marchi se dedicó en cuerpo y alma a contar la vida del líder de Soda Stereo.

Sergio Marchi tiene en su casa dos muebles repletos de discos compactos, una colección envidiable de libros de música y otro par de bibliotecas llenas de obras de muchos temas. El periodista musical y escritor argentino, todo un referente del mundo del rock en español, mira a través de la cámara de su computador mientras a unos metros se nota el afiche con la cara de Gustavo Cerati, el cantante de Soda Stereo. A la vez se alcanza a notar el título que acompaña a la imagen: Algún tiempo atrás: la vida de Gustavo Cerati, que es también el nombre de su libro más reciente acerca de la estrella más importante del rock latinoamericano.

La imagen virtual tiene su razón de ser no solo por esta novela —ya disponible en Colombia, editado por Penguin Random House—, sino por una conexión casi que mística al recordar hoy 11 de agosto la fecha de cumpleaños del cantante, quien luego de finalizar un concierto en Caracas (Venezuela) sufrió un accidente cerebrovascular en el 2010 y tras estar cuatro años en coma falleció el 4 de septiembre de 2014.

Ahora Cerati tendría 64 años y posiblemente habría seguido escudriñando más caminos para expresarse musicalmente, tras una despedida prematura y el recuerdo de su último disco, Fuerza natural. No es necesario ahondar en el gran impacto que tuvo Gustavo Cerati como cantante y lo que dejó Soda Stereo para el mundo del rock. Su evolución sonora, sus letras, su experimentación y esa perfecta conexión musical entre sus miembros (Zeta Bosio en el bajo y Charly Alberti en la batería) significaron un antes y un después en la historia musical de un continente desde la década de los 80, cuando la banda comenzó a revelar su poderío y crear discos que se convirtieron en clásicos (como Canción animal, Signos, Dynamo o Sueño Stereo).

Sergio Marchi, un hombre que ha atravesado los caminos del rock y que se ha dedicado a revelar la vida de otras glorias como Charly García, Pappo —Norberto Anibal Napolitano— o Luis Alberto Spinetta, también se dio a la tarea de explorar a Cerati. ¿Qué descubrió en esta aventura?

“Ya tengo cinco biografías de este tipo, una de ellas, de Roger Waters —Roger Waters: paredes y puentes—, que es el internacional, y las de los otros cuatro que son argentinos. En cuanto a lo de Gustavo, no había nada en la familia o en la vida de él que fuera dramático (…). Para Charly García, el vitíligo es fundamental, una afección a la piel que él desarrolla porque sus padres están ausentes. Eso te marca. A Waters se le murió el papá en la guerra y no lo pudo conocer, y eso lo sigue marcando hace 80 años, pero con Gustavo era una apuesta más misteriosa, más profunda”, dice Sergio Marchi en una charla con EL TIEMPO.

“Gustavo era un músico que se iba desarrollando y de los que cuando crecen tienen más medios y más despliegue. Él se metía en la música con una intensidad que solamente los músicos podemos entender de alguna manera. Yo ya no soy músico, pero me acuerdo cómo me metía yo de chico, bueno, Gustavo nunca perdió el entusiasmo del adolescente que descubre. El norte era la música y eso nunca lo perdió”, reflexiona el escritor.

Un elemento que llama la atención de Algún tiempo atrás: la vida de Gustavo Cerati es que comienza con un episodio en Colombia. “Siempre busco alguna anécdota que enganche al lector, y que Gustavo haya podido tocar con Carlos Santana en un concierto en El Campín de Bogotá era algo que se unía al hecho de que Santana fue el primer músico al que él fue a ver en su vida. Algo parecido me pasó a mí; yo hice mi primer libro sobre Charly (No digas nada: una vida de Charly García) y fue el primer artista que vi y luego estaba casi conviviendo con él”, comenta Marchi, que ahora tiene 60 años y reconoce que por sus venas no corre sangre, sino tinta, haciendo referencia a su naturaleza como periodista.

 

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Por eso tiene la sensibilidad para describir con detalles muy precisos el encuentro de Cerati y Santana, recoger el recuerdo de un roadie que terminó acompañándolos, a pesar de no ser músico, en el escenario que temblaba con la emoción del público colombiano; al igual que una descripción casi milimétrica de sus experiencias de infancia, su encuentro con los amigos con los que codificaría en estéreo lo que iba a ser el éxito; así como los riffs de guitarra y las batallas en el estudio de grabación y la explosión de la música más allá de Argentina.

Al igual que aventuras escolares y una dinámica familiar que dejaba ver otras texturas del hombre y no solo de la estrella.

“Yo creo que la clave es hablar con el señor de las luces, hablar con el señor del sonido y si la rata que anduvo por ahí está disponible, también entrevisto”, explica antes de revelar el protagonismo de Colombia en su escrito.

“Yo no lo digo con todos los países, pero con Colombia yo tengo algo especial, calculo que por Gabriel García Márquez y todos sus libros y los nombres de las ciudades y con lo que yo imagino que es Colombia. Así, monte, selva, mar, Caribe, café”, explica emocionado Marchi, que siente que es como un delicioso Macondo, esa tierra que abrazó a Cerati días antes de su último concierto en Venezuela.

 

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Fuentes: El Tiempo.

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