Por Luis Carmona.
Lo primero que salta a la vista es, sin duda, su apartado visual: Ufotable vuelve a superar sus propios estándares con una animación que parece rozar lo imposible. Cada movimiento de los personajes, cada destello de las técnicas de respiración y cada escenario del castillo se sienten vivos, fluidos y diseñados para mantener al espectador completamente inmerso en la acción.
Pero si bien el apartado técnico es impresionante, la historia sigue siendo sencilla. Kimetsu no Yaiba nunca pretendió ser una obra filosófica o cargada de simbolismos complejos. Es una historia directa sobre el bien y el mal, la lucha contra la adversidad y el sacrificio por proteger lo que amas. Esta simplicidad es justamente su mayor fortaleza: permite que tanto niños como adultos disfruten de la experiencia sin necesidad de una interpretación profunda o de prestar atención a detalles crípticos.
En este sentido, Kimetsu no Yaiba puede considerarse el “Dragon Ball” de las nuevas generaciones. Así como la obra de Akira Toriyama en su tiempo se volvió un fenómeno global por su fórmula clara (héroes carismáticos, villanos memorables y batallas espectaculares), la historia de Tanjiro y sus compañeros se sostiene por lo mismo: un viaje heroico fácil de seguir, personajes entrañables y una producción audiovisual que potencia al máximo cada momento épico.
A diferencia de series más densas como Neon Genesis Evangelion o Steins;Gate, que requieren atención constante y análisis de sus temas, Kimetsu no Yaiba es disfrutable incluso sin pensarlo demasiado. La película “Castillo Infinito” es un festín visual y emocional, diseñado para conmover y emocionar en igual medida, y que puede ser disfrutado tanto por un niño que sigue las peleas con emoción como por un adulto que se deja llevar por el espectáculo.
¿Es malo que la historia sea tan simple?
Respondiendo directamente a la pregunta, no, no tiene nada de malo que la historia sea simple, para un niño esto ayuda a que se interese en obras de este estilo adentrándose más en el mundo del anime, normalizandolo más y apoyando a que más producciones sean traídas de forma legal casi al mismo tiempo que su estreno en el oriente, para un adulto que lleva una vida más complicada con el día a día de su vida en el trabajo, hogar, familia y otros aspectos sociales, la simplicidad de la obra ayuda a que el adulto promedio pueda disfrutar de una obra que no le exige mucha atención y lo sumerge con facilidad en un mundo que lo ayuda a despejarse de todos estos temas cotidianos. Hay que ser sinceros, Kimetsu no Yaiba peca de muchos cliches y si llevas tiempo en el mundo del anime esto puede no gustarte, de hecho para un «veterano» del anime ver Kimetsu no Yaiba no le aportará nada y en caso que decida ignorarlo tampoco se perdería de mucho, pero esto ayuda a que la comunidad crezca, puede que no tenga la profundidad de obras como Code Geass, Fate, FLCL, etc. Pero aporta su granito de arena para que la comunidad crezca a diferencia de estos pilares fuertes del anime, porque hay que ser sinceros, un niño de entre 8 a 12 años no verían estos animes que tocan temas políticos y de ciencia ficción pesada e incluso religiosos y un adulto que solo busca despejar su mente y distraerse o pasar un tiempo de calidad en familia, especialmente con el menor del hogar tampoco busca invertir su tiempo analizando las acciones del protagonista y si sus decisiones son las correctas o equivocadas.
En conclusión, Kimetsu no Yaiba: Castillo Infinito es un cierre explosivo y espectacular, más una experiencia sensorial que un rompecabezas narrativo. Su mayor mérito es mantener intacta la esencia de lo que hizo tan popular a la serie: accesible, emotiva y emocionante para todos.