La Asociación Jugadores Anónimos Mérida “Vuelve a vivir”, que ofrece rehabilitación gratuita y voluntaria a los ludópatas, no tiene cifras ni porcentajes sobre este incremento de adictos a los juegos de apuesta, pero tiene una visión real.
“Los casinos están llenos, cada año abren negocios nuevos y los juegos en línea se realizan hasta en el baño”.
Hoy día los festejos de mayoría de edad de los varones se hacen en algún casino, empresa que tiene trucos para enganchar a los primerizos y mantener ilusionados de una posible riqueza a los adictos con un golpe de buena suerte que nunca llega.
Paty S fue una jugadora incontrolable por algunos años, al parecer ya superó esta enfermedad y ahora es parte del equipo de terapeutas de la Asociación de Jugadores Anónimos.
Ella conoce de raíz este problema de la ludopatía y con conocimiento comparte su visión sobre el panorama que vive Mérida con el problema de la adicción a los juegos.
El Covid, un factor
Según refiere, la afición a los juegos de apuestas en línea detonó durante la pandemia de Covid porque aquellos fueron una de las distracciones de la gente.
Esa costumbre enraizó y se trasladó al campo de las apuestas donde ofrecen grandes bolsas de dinero para ilusionar al ludópata, que al final pierde todo su dinero, a su familia o algún bien para pagar sus deudas.
Paty S narra que los casinos de Mérida otorgan créditos de $100 o $200 en la compra de una primera tarjeta y te dejan ganar unas tandas, cobras y en apariencia no hay ninguna regla que obligue a continuar apostando, pero todo se trata de un gancho porque encienden la llama de la ambición y la curiosidad.
“Es una probadita de que puedes ganar, pero es el inicio de la enfermedad del alma, del desvalor humano y camino a la bancarrota”, advierte.
“La gente adicta hasta pelea las maquinitas que tienen una fuerte cantidad de dinero acumulado, muy similar a la bolsa del Melate, pero solo es una ilusión ganar ese dinero porque no sale el premio”.
Vicio al alcance
Las apuestas en línea de eventos deportivos también son una gran atracción para muchos jugadores. Es una afición que crece cada vez más por la facilidad de las “apps” y la afición al fútbol, carreras de caballos, entre otros.
La facilidad de tener la aplicación en el celular ocasiona que los apostadores jueguen hasta en el baño.
Paty S, nombre con el cual se identifica la entrevistada, califica la ludopatía como una enfermedad del alma porque pierdes todo interés en la vida, no das valor al dinero ni a los bienes, pierdes la dignidad porque la adicción te hace mentir, robar, endeudarte, pelear con la familia y muchas veces te lleva al suicidio.
“La ludopatía te deja en la calle, sé de muchos casos reales y de gente que sin recurrir a un tratamiento se suicida como única solución para resolver sus problemas”, afirma.
“Es una enfermedad del alma, una enfermedad mental o emocional que se forja desde la infancia cuando los papás permiten juegos de apuestas, como los dados y las cartas”.
¿Tiene cura este tipo de enfermedad mental?
“Claro que sí, todo depende de la voluntad que tenga de dejar de jugar y de acudir al grupo. ¿Cómo te vas a curar si no vas a un grupo de ayuda?”, dice.
Desafortunadamente muchos te hablan y exponen sus casos, pero cuando se les condiciona que el tratamiento requiere dejar los juegos, dejan de asistir. Es decir, no tienen voluntad de salir del problema, quieren una pastillita para una enfermedad grave, cuenta.
Los casinos son los negocios preferidos de los meridanos, las maquinitas los juegos más usados y cuando el jugador ingresa al casino pierde la noción del tiempo, no hay un reloj para conocer la hora, si es de día, tarde o noche.
“Solo sales del lugar cuando ya perdiste todo, cuando ya no tienes dinero. Quedan tan mal emocionalmente que la máquina se convierte en su único amigo en el casino y apenas consiguen dinero regresan a ella”.
Durante su inmersión en el mundo de los juegos, Paty S vio que los principales adictos son los adultos mayores. Ella cree que este fenómeno social es porque los senescentes no tienen otra forma de distracción que ir al casino. No tienen dónde distraerse y el casino forma parte de su única salida de su casa. (Continuará).
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Fuente: Diario de Yucatán