Inicio YucatánMientras Chichén Itzá y Uxmal se llenan, Chacmultún y Loltún permanecen vacías

Mientras Chichén Itzá y Uxmal se llenan, Chacmultún y Loltún permanecen vacías

En Yucatán, el contraste entre los grandes atractivos arqueológicos y los sitios poco conocidos sigue siendo abismal.

por Luis Carmona
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El estado, uno de los más ricos en vestigios mayas del país, cuenta con cerca de una veintena de zonas abiertas al público. Según registros del Sistema de Información Cultural y del Centro INAH-Yucatán, entre 17 y 19 sitios forman parte del catálogo oficial: desde los emblemáticos Chichén Itzá y Uxmal hasta enclaves más discretos como Xcambó, Dzibilchaltún, Ek Balam o Chacmultún. La red de sitios refleja la diversidad del territorio, con antiguas ciudades ceremoniales y pequeños asentamientos de la Ruta Puuc.

A nivel nacional, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) contabiliza cerca de 193 zonas arqueológicas abiertas y una paleontológica. Dentro de ese panorama, Yucatán ocupa un papel central en la oferta cultural del país.

Los gigantes turísticos

Chichén Itzá continúa encabezando la lista de los destinos más visitados. En lo que va de 2025, el sitio ha recibido cientos de miles de personas, superando el millón en algunos periodos, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Turismo. En fechas especiales, como el equinoccio de primavera, la asistencia se dispara, lo que obliga al INAH a desplegar operativos de control y conservación.

Uxmal, otro ícono de la arquitectura maya y punto clave de la Ruta Puuc, también recibe una afluencia constante, aunque menor. Su cercanía con circuitos turísticos consolidados y los espectáculos nocturnos que ofrece la mantienen entre los sitios más populares del estado.

Chacmultún, la joya ignorada

Muy distinta es la realidad de Chacmultún, ubicada en el municipio de Tekax, al sur del estado. Los datos disponibles muestran una afluencia modesta: algunos meses apenas superan el centenar de visitantes. Las cifras anuales rondan apenas unos pocos miles, una cantidad mínima frente al flujo masivo que reciben los grandes centros. Su relativo aislamiento lo convierte en un espacio ideal para quienes buscan tranquilidad, aunque también evidencia los desafíos que enfrentan las comunidades cercanas en materia de promoción y economía local.

Sitios en silencio

Otros espacios, como las grutas de Loltún, Balamcanché o Mayapán, han llegado a registrar meses sin visitantes. No siempre se trata de desinterés: en muchos casos los cierres temporales por mantenimiento o restauración explican esas cifras. Las autoridades culturales insisten en que la conservación requiere pausas periódicas y monitoreo constante, además de nuevas estrategias de difusión para equilibrar la carga turística.

Entre el desgaste y el abandono

La desigual distribución del turismo arqueológico tiene consecuencias opuestas. Mientras los grandes sitios enfrentan sobrecarga, erosión y desgaste, los espacios con baja afluencia sufren por la falta de servicios, promoción e infraestructura básica. En el mejor de los casos, esa escasa atención contribuye a su preservación; en el peor, los condena al olvido.

Especialistas y autoridades coinciden en la necesidad de diseñar rutas temáticas y fortalecer la capacitación de guías locales para redistribuir el turismo sin afectar el valor patrimonial. Inversiones modestas en señalización, caminos y espacios de descanso podrían marcar la diferencia.

Un patrimonio por equilibrar

El INAH y la Secretaría de Cultura han actualizado normas y tarifas de acceso para 2025, mientras que la Secretaría de Turismo destaca que sólo un puñado de sitios concentra la mayor parte de las visitas. Este desequilibrio impulsa la discusión sobre políticas de desconcentración turística que prioricen la conservación.

El mosaico arqueológico yucateco demuestra que el patrimonio cultural no es uniforme: conviven monumentos mundialmente conocidos con rincones apenas explorados. Mantener ese equilibrio depende tanto del manejo institucional como de la actitud de los viajeros: respetar las reglas, evitar el impacto ambiental y optar por recorridos menos transitados.

Si Yucatán logra esa armonía, sus ruinas podrán seguir siendo testigos vivos del legado maya, combinando la vitalidad del turismo cultural con la protección de su riqueza histórica.

Redacción: Yucatánalamano.

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