viernes, noviembre 8

Muertes y tragedias en altamar marcan el 2022 en Progreso

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Los naufragios y explosiones de embarcaciones fueron los que más marcaron a la ‘fiebre del pulpo’ en Yucatán

El fallecimiento de un adulto mayor que cayó el domingo de la semana pasada desde el “Muelle de chocolate” de Progreso levantó alarmas entre las dependencias que velan por la seguridad de habitantes y turistas, pues ese fue el ahogado número cuatro que se ha tenido a lo largo de este 2022; sin embargo, persisten innumerables rescates por parte de la marina sobre todo con pescadores ribereños y aficionados, siendo la “ebre del pulpo”, la época en que comenzaron a originarse los operativos.

Fuera de este periodo, el último percance ocurrió apenas este domingo de Navidad cuando la embarcación Don Pepe K terminó con varios daños en su estructura luego de que un barco mercante de gigantes dimensiones le propinó un golpe severo en uno de sus bordes.

Por fortuna, los hombres de mar que se encontraban a bordo no sufrieron ninguna lesión, sin embargo, el susto que se llevaron los llevó a verificar su nave y a dar a conocer el suceso a través de varios medios, pues se pudo haber desatado una tragedia en altamar.

Para fortuna de los tripulantes el caso fue tomado en cuenta por las autoridades y se iniciaron una serie de averiguaciones al respecto, pues los daños dentro de la cubierta y en una de las astas provocarán que en los siguientes días el permisionaria tenga que desembolsar por lo menos 30 mil pesos.

Barcos incendiados

En cuanto a los percances de navíos de mayor y de menor navegación, basta con recordar la primera jornada de la temporada de captura de pulpo, cuando se registró la explosión del “Lady Godiva” en un astillero ubicado a un par de kilómetros de la entrada a la comisaría de Chelem y que resultó en la primera muerte de dicho periodo.

La Marina Armada de México ordenó inmediatamente el zarpe de una Patrulla Interceptora que llevaba consigo una motobomba y equipo de extinción de incendios para acabar con el siniestro y prestar ayuda a la los accidentados.

De entre los siete marineros cuatro salieron ilesos, uno resultó con quemaduras de segundo grado y un par de trabajadores que quedaron atrapados en el cuarto de máquinas, de los cuales uno se encuentra en un nosocomio de la capital yucateca mientras que José Solis Niño, mejor conocido como Pixo, falleció rumbo al hospital por asfixia, además de sufrir quemaduras graves.

Solo dieciséis días después, el sector pesquero volvió a sufrir una tragedia, aunque sin lesionados de por medio cuando se incendió un barco de enormes dimensiones y dedicado al transporte del combustible que se encontraba aparcado en uno de los astilleros ubicados después del puente de Chelem.

El fuego comenzó a propagarse gradualmente a las 18:30 horas; en un principio fueron los trabajadores del lugar quienes optaron por apagar la lumbre, pero las llamas alcanzaron dimensiones superiores a los cinco metros de altura y terminaron pidiendo auxilio con las autoridades.

Debido a la gravedad del incidente, se ameritó cerrar accesos en el puente que conecta a Yucalpetén. En la zona de desastre permaneció una pipa de la unidad de rescate y auxilio de la SSP, mientras que paramédicos de la Cruz Roja delegación Progreso se dedicaron a otorgar primeros auxilios a sufrieron afecciones por haber inhalado el humo.

Posteriormente trascendió que el incendio comenzó desde la parte baja del barco, por lo que se dedujo que fue un corto circuito en un área donde había combustible o algún material inflamable, por lo que se produjo un estallido y el descontrol posterior de la lumbre que alcanzó grandes dimensiones.

Finalmente, el tercer barco que integró la “trilogía de tragedias” en buques marinos se trató de una embarcación de recreo ubicada a pocos metros del accidente interior. Este suceso ocurrido el pasado dos de octubre tampoco tuvo heridos de por medio, pero el yate quedó en estado de pérdida total.

Todo comenzó cuando trabajadores de las marinas del área industrial ubicada entre Chelem y Yucalpetén notaron que salían llamaradas del interior del navío “Cabo”, el cual tendría su punto de atraque en el club de yates “La Marina”, situado en la parte poniente de ese tramo, justo enfrente de “Pulmeros”.

Ante la llamada de auxilio, se encendió un operativo de rescate, emergiendo a la brevedad vehículo tras vehículo en la zona mencionada, causando alboroto entre el círculo pesquero y los trabajadores de las embarcaciones privadas, que durante el fin de semana acostumbran llevar tripulaciones de hasta veinte personas.

Debido a que las llamas del fuego alcanzaron dimensiones superiores a los dos metros de altura, fue necesario también adentrar un vehículo tipo pipa, para lanzar agua por medio de una manguera a propulsión, sin embargo, la tarea no fue rápida, por lo que la docena de bomberos tuvo que quedarse a resolver el problema hasta por más de una hora.

Constantes rescates

Aunado a ello, de agosto a octubre se tuvieron tres tragedias con barcos de grandes dimensiones que terminaron consumidos por el fuego, los cuales ameritaron una amplia movilización por mar y tierra y dejaron un precedente en la jornada de los pescadores.

Destaca que, en más de una ocasión, las asistencias fueron por algún marinero que se encontraba en medio de un ataque de ansiedad. Por otra parte, al menos 10 hombres de mar sufrieron delirios que les causaron alucinaciones y hasta desataron peleas dentro de su lugar de trabajo.

Como premonición a la fatídica temporada de captura del octópodo, 11 días antes de su apertura se tuvo una intervención por parte de la Armada de México cuando brindó apoyo a la tripulación de una embarcación pesquera de nombre “Orca I”, misma que activó su alerta de emergencia por quedarse sin propulsión cuando se encontraba a aproximadamente 408 kilómetros al noroeste del puerto de Progreso.

Dentro de la pesca de cefalópodo, al término del mes de agosto que ya había comenzado a registrar tragedias con los accidentes descritos al principio de esta nota, para finales de septiembre se activaron de nuevo las alarmas ya que la guardia costera otorgó ayuda a la lancha “Emir y Edwin”, cuyo fallo se presentó en su motor de propulsión cuando se encontraba a aproximadamente 17 kilómetros al noreste de Progreso.

Lo que sorprendió a los militares fue que el trío de pescadores logró resistir dos días a la deriva sin perder gran parte de sus víveres, pues supieron administrar su tiempo y concentración mental, factor clave para no caer en la desesperación.

Octubre fatídico

Entre todos los meses de esta temporada de captura de molusco, fue octubre el mes con más asistencias por parte de la Armada de México, pues el 10 de dicho mes se registró una asistencia para un velero de nombre “Karibbean Kruezer”, con dos tripulantes a bordo de nacionalidad extranjera, pues este había encallado a algunas millas fuera de la costa.

Solo cuatro días después se informó que se pudo salvar las vidas humanas de tres hombres de mar que se encontraron dos días a la deriva, aunque sobrevivieron gracias a que tenían suficientes vivieres y agua potable, a la espera de ser remolcados por una patrulla marina interceptora.

A los tres días de este caso el ojo público se dirigió al buque de navegación mayor “Esfuerzos Obreros”, donde se vio afectado el integrante Juan H. C. de 32 años de edad, pues fue visto con semblante pálido, con dolor en el pecho y con desconocimiento a sus propios compañeros con quienes llevaba varias semanas laborando.

A pesar de que el barco estaba al norte de Dzilam Bravo, se optó por retornar a toda velocidad, pues el marinero presentaba malestar sin mejoría alguna ante el pánico que causó en su tripulación, ya que el treintañero siempre se desempeñó como uno de los mejores elementos en los grupos de trabajo en los que se desempeñaba.

La llegada de la embarcación ocurrió a las 14:00 horas del mismo día, en la Decimotercera Zona Naval, organismo que brindó facilidades para recibir a Juan Hernández y trasladarlo al centro de salud del puerto por vía de la Cruz Roja delegación Progreso. Finalmente, el afectado sobrevivió.

El 9 de octubre, F. C. C., de 32 años de edad, en medio de sus actividades en el buque “Cuauhtémoc 13”, comenzó a gritar por auxilio sin haber peligro a su alrededor, sin embargo, en medio de su loquera mencionaba que quería huir de sus “perseguidores porque iban a matarlo”. Se autolesionó en el abdomen con un cuchillo y sus compañeros lo llevaron rumbo al Hospital General de Tizimín, nosocomio cercano al punto donde se hallaban.

El 28 de octubre se implementó un operativo cerca de Paraíso, Tabasco para traer de regreso a un progreseño que había permanecido en Estado de naufragio al caer de su embarcación. Para su fortuna un barco mercante lo rescató y a su vez, la tripulación dio a viso a la Decimotercera Zona Naval para ejercer el traslado respectivo.

Un día después volvió a activarse una llamada a la sala de mando de la Armada de México pues dos pescadores permanecían a la deriva a bordo de la barca “Zizar” que tuvo una falla en su motor y no les permitió ir en busca del ansiado pulpo. El rescate a cargo del organismo militar fue llevado a cabo y finalizó con la entrada en la terminal remota del puerto.

Cierre trágico

El último mes y medio de este lapso también presentó constantes hechos que parecieron haber sido sacados fuera de la realidad. Solamente el primero de noviembre arrancó con una evacuación para un pescador que sufrió una crisis de ansiedad en la oscuridad de la noche y en medio de sus labores cotidianas en busca de cefalópodo.

Por la gravedad de la situación, un buque militar acudió al punto de conflicto llevando a bordo personal de sanidad naval, el cual, al arribar al buque pesquero, procedió a evacuar al agraviado, a quien se le proporcionó atención médica de primeros auxilios, pues el masculino se notaba intranquilo, nervioso y con miedo constante sin ninguna razón.

Para evitar que pudiera registrarse alguna tragedia, se tomó la determinación de llevar al perjudicado rumbo al muelle de la décima tercera zona naval situada a pocos kilómetros de la comisaría de Chelem.

Tres días después se llevó a cabo un rescate de emergencia para un pescador del navío “Freshco IV”, pues el progreseño cayó al agua perdió el equilibrio en medio de sus labores a 2.9 millas náuticas del noroeste de Yucalpetén. A pesar de que llegó con vida el infortunado marinero, requirió rehabilitación y se perdió el resto de la temporada.

En menos de 48 horas, se dio a conocer que Julio C. M. A., de 37 años de edad, a bordo de una de las unidades de la flota “Tiburón” se lanzó al mar en medio de una confusión que sorprendió a sus compañeros y a su patrón, quien procedió a dar aviso a la sala de control de la Armada de México.

El barco se encontraba a aproximadamente tres kilómetros de la orilla del puerto, pues la tripulación se encaminaba a las inmediaciones de isla Cervera. Lo curioso del caso, es que el hombre de mar cuenta con varios años dedicado a esta profesión, por lo que, al verse perdido en medio de la oscuridad de la madrugada, pero ante el uso de su experiencia como marinero, guardó la calma y empezó a dar brazadas hasta llegar a la orilla de la playa, al Poniente del puerto

El día 24 del mismo mes, otro pescador sufrió padecimientos relacionados a un ataque cardiorrespiratorio dentro del barco “Alejandra”, lo que obligó a la Marina a implementar un traslado para salvar rumbo a la Decimotercera Zona Naval, donde el hombre de mar llegó con vida y se le pudo estabilizar.

En el mes decembrino, el 7 resultó fatídico para el gremio dedicado a la labor en altamar pues un pescador en estado inconveniente que originó un lío en plena rutina de labores, la razón por la que retornó el barco “Navegante V” al puerto de abrigo durante la tarde de aquel miércoles. Esto originó un operativo a cargo de diversas organizaciones y dependencias en pro de la seguridad marítima y terrestre.

Todo se derivó cuando tras el zarpe de este navío de mayor navegación, la tripulación se detuvo en el cuyo para comprar bebidas embriagantes, aunque uno de sus elementos al parecer habría ingerido algún estupefaciente que le hizo perder la cordura, por lo que entre su delirio procedió a amedrentar a sus compañeros.

De inmediato, se procedió a llevar la nave rumbo a su base en Progreso, dando aviso a las autoridades que a puerta cerrada ya esperaban a la tripulación para llevar a cabo los protocolos de seguridad correspondientes e iniciar las investigaciones de la trifulca, dejando a un detenido como saldo.

A pesar de que se activó el programa “jueves de pescador” para otorgar pláticas a las tripulaciones respecto a la prevención de adicciones y también para saber cómo actuar en caso de que alguno de sus compañeros se vea en medio de una situación de peligro. En varias ocasiones, los hombres de mar han externado el deseo de que se emplee a largo plazo la iniciativa.

Como hemos informado en semanas anteriores, este lapso de pesca de molusco culminó el pasado 16 de diciembre con seis muertes, aparte de los tres naufragios que hasta hoy no tienen respuesta para los familiares de los extraviados, de los cuales dos de los marineros perdidos son de origen foráneo.

Fuente: Por Esto/Jesús López

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