Niños de Yucatán sacrifican sus vacaciones de Verano para trabajar
En esta temporada vacacional, el número de menores que trabajan en la calle se ha incrementado considerablemente, en especial en las comunidades del interior del estado. El problema es grave, si se toma en cuenta que, de acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), Yucatán ocupa el primer lugar nacional en trabajo infantil; es decir, alrededor de 70 mil niños y adolescentes no acuden a la escuela o tienen que estudiar y laborar.
El rango de edad de los chalanes, como se les conoce en el estado, va de los siete hasta los 17 años, y al ser menores de edad, sus patrones no pueden brindarles Seguridad Social. Los trabajos más comunes son como vendedores de frutas, elotes y dulces, así como cargadores en el mercado, mandaderos y ayudantes de algún oficio, principalmente en la albañilería.
En este poblado se ha incrementado el número de menores que se dedican a laborar, con el propósito de apoyar en la economía familiar. Entre sus actividades están las de vendedores de frutas, repartidores de alimentos y ayudantes.
Irvin N.P.C. es uno de estos niños que cada año, en el período de vacaciones escolares, tiene que buscar algún trabajo que le genere algunos pesos para ayudar en la economía familiar. Actualmente, ofrece naranjas dulces en los alrededores del mercado municipal.
“Tengo 13 años, para nosotros no hay vacaciones. Tengo que buscar dónde trabajar, pues en la casa apenas hay para comer, porque papá gana muy poco”, señaló el menor.
De acuerdo con algunos de los ciudadanos, el trabajo en los menores está prohibido; sin embargo, hay gente que llega a comercializar y es ayudada por sus propios hijos.
“Muchos vendedores del mercado trabajan junto con sus hijos, ahí están los niños apoyándolos a despachar, a pelar chinas o mangos, a embolsar frutas; es una forma de trabajar, claro que hay quienes lo ven mal, pero otros aprueban estas acciones porque están ayudando a sus padres”, señaló Miguel Cen.
De acuerdo con Marcelino Pech Cabrera, los padres no deberían permitir que los menores trabajen de esta manera, ya que la ley prohibe el trabajo de los infantes.
Otro de los menores que en estas vacaciones se dedica a trabajar es José N, de 14 años, quien acude desde Oxkutzcab con su padre para vender jarabes de horchata y concentrado de frutas. Dijo que llega dos veces a la semana y tiene que recorrer las calles para ofrecer sus productos.
Por su parte, Mario N., de 11 años, es otro de los niños que en las vacaciones tiene que trabajar en algo. “Hago mandados con mi bicicleta, voy a comprar lo que la gente me indica. Al final me da algunos pesos como gratificación, no es cansado, además lo hago para ayudar a mamá”, indicó.
Gabriel P. C. dijo que su hijo vende dulces y otros productos entre sus familiares y no es que esté trabajando como muchos señalan. “Lo hace a pesar de que le hemos pedido que lo deje, pero dice que lo que vende le sirve para comprar sus gustos”, señaló el hombre.
En Motul, ha llamado la atención la presencia de menores de edad comercializando rambután, fruta traída del estado de Chiapas. Los habitantes del Pueblo Mágico informaron que dos infantes mueven el fruto en una carretilla, principalmente frente el mercado 20 de Noviembre, a un costado del Palacio Municipal o circulando por las calles.
La comerciante E.S.G. sostuvo que no es primera vez que observa a los jovencitos en la ciudad, pues los ha visto vendiendo cacahuates durante el resto del año. Los niños suelen tener un teléfono celular en la mano para distraerse mientras venden su producto.
En Tizimín, es común a ver a menores trabajando en sitios públicos, como el mercado municipal, en los alrededores de la plaza y a las afueras de los centros comerciales y bancos, donde incluso se encargan de abrir las puertas para obtener alguna propina.
Sus edades redundan entre los siete y los 16 años; se caracterizan por caminar portando chanclas, pantaloncitos y playeras desgastadas, recorriendo largas distancias, ya que la gran mayoría habita en colonias de la periferia de la ciudad, desde donde caminan para llegar al centro.
Los menores M.B.P y C.F.G revelaron que tienen que trabajar a conciencia de que la crisis económica se ha recrudecido y que toman la responsabilidad de coadyuvar con el sustento familiar, ya que a duras penas sus padres logran obtener la comida del día, pues a veces se quedan sin trabajo.
Mientras que niñas como L.K.C., de 9 años, y M.B.U. compartieron que decidieron trabajar vendiendo dulces de la región, aprovechando que no tienen clases, para obtener el dinero necesario para la comida del día en casa. Aunque también reconocieron que con las monedas compran dulces, saborines, refresco o algún antojo que difícilmente les darían sus papás, además que les ayudará en la adquisición de sus útiles escolares y uniformes para el próximo retorno a la escuela.
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Fuente: PorEsto!