Harly Francisco González Navarrete, vecino de la colonia Mulsay, ha sacado filo a cientos de cuchillos, tijeras, machetes, hachas, entre otros, para ganarse el pan diario.
Desde hace 50 años es afilador, un oficio que heredó de su papá y también practican sus hermanos. Su padre heredó el oficio de su abuelo.
La familia Navarrete es de afiladores, subrayó.
Harly González anda todos los días en la calle anunciando sus servicios con la flauta de afilador, un instrumento del que sale el tradicional sonido del afilador, y visitando a los clientes que se ha ganado con el paso de los años.
Ahora anda en su moto, con su piedra esmeril eléctrica, de modo que donde ofrece el servicio tiene que enchufar el cable para accionar la máquina.
Según recordó, cuando comenzó a ser afilador andaba caminando por las calles con su lima.
Luego recorrió la ciudad en bicicleta hasta que pudo comprar una moto y dar sus servicios “cómodamente”.
Le saco filo a todo, aseguró el señor de 63 años de edad. Pueden ser cuchillos, tijeras (incluso las de estéticas que sirven para el manicure), machetes, coas, hachas…
El trabajador subrayó que tiene su arte sacar filo a las piezas metálicas.
Los años te enseñan a trabajar en la calle, comentó. Cada pieza tiene su manera de obtener filo.
En la actualidad afila cuchillos de lámina mayormente, en la antigüedad eran de acero. Ahora son de pura lámina y de la económica, comentó.
Al referirse a la solicitud de sus servicios expresó que “cada día está peor la chamba”, sobre todo porque hoy día se venden cuchillos baratos, de unos 30 pesos o mejor cantidad, cuyo filo dura poco y en su mayoría son desechables.
Hay algunos que cuestan 800 pesos y a esos sí les tarda el filo.
Harly González compartió que la mayor satisfacción de su trabajo es conocer a gente, andar en las calles, pasear por toda la ciudad y viajar a Campeche, Cancún, Cozumel, Calkiní, Becal, Halachó, Maxcanú, en fin, a todos los pueblos.
Hay muchas buenas personas, aseguró.
Después mencionó que con el paso de los años se ha hecho de muchos clientes y el servicio se presta a ellos mayormente.
Sin embargo, hay que andar en la calle para que salgan los “centavos”. Dijo que un área en la que le va muy bien son el barrio de Santiago y otros del Centro.
Ya quedan pocos afiladores, advirtió. Es un oficio que poco a poco está desapareciendo.— CLAUDIA SIERRA MEDINA
Él se ha modernizado con su afilador eléctrico, que cuenta con una piedra esmeril de grano 60.
Con esta piedra rápidamente se saca filo a la pieza, apuntó.
A su decir, con esta “chamba” sostiene a su familia y hasta salió para comprar su moto.
Fuentes: Diario de Yucatán.