jueves, enero 16

Pesca furtiva de pepino de mar acaba con la biodiversidad en Dzilam de Bravo

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La pesca furtiva en la costa de Dzilam de Bravo se ha convertido en una de las principales preocupaciones para los pescadores y pobladores locales: según testimonios, la actividad ilegal está en auge, lo que ha comenzado a causar serios daños al ecosistema marino de la región.

Durante un recorrido por la costa, se constató la presencia de sanconchaderos ilegales, lugares donde se procesan pepinos de mar para su venta, lo que afecta gravemente a esta especie.

Los pescadores locales señalan que los pepinos de mar, antes abundantes en la zona, ahora se encuentran en menor cantidad debido a estas prácticas ilegales, y algunos ejemplares se hallan muertos o desecados, debido a los métodos de extracción utilizados.

“Antes se podía encontrar el pepino de mar a no más de un kilómetro de la costa, y lo podías ver por todos lados. Pero actualmente ya no es tan común. Conforme se ha ido depredando hay que ir a zonas más profundas para poderlo ver”, puntualizó el entrevistado.

Integrantes del Comité de Vigilancia de Pescadores de Dzilam aseguran que tenerse que adentrar para pescar esta especie cada vez es más complicado, ya que sumergirse se traduce en mayores riesgos para los pescadores, incluso se han reportado muertes de “buzos”.

“Actualmente, se tiene que ir al Oriente, pegado a San Felipe y hacia el Poniente, pegado a Santa Clara, para poder encontrarlo, cuando antes los veías en el mar como si fueran piedras”.

En los sanconchaderos ubicados en la costa hay montones de basura de los pescadores furtivos: botellas de plástico, restos de comida, calderos y bloques de concreto. “Otro problema es la contaminación que dejan los pescadores furtivos en las zonas de ‘desconchaderos’, porque también se daña el manglar. Tú lo puedes ver, no les importa, incluso pescan especies como tortugas o mojarras que no se usan para vender”.

Como parte de las acciones para minimizar el impacto en la zona, integrantes de este comité vigilan las zonas donde se establecen los sanconchaderos; limpian y documentan la presencia de los depredadores. Sin embargo, la cantidad basura es tan grande que les es imposible retirarla por completo.

“El problema no es que lo pesquen, sino que hay personas que lo compran. Si no hubiera compradores no tendría sentido capturarlos”, aseguraron.

Fuentes: Por Esto.

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