El ave, conocida en la región como chuuy, mostraba signos evidentes de abuso y deshidratación. De acuerdo con la inspección inicial, las plumas esenciales para el vuelo habían sido cortadas deliberadamente, una situación que evidencia maltrato severo.
Especialistas consultados señalaron que este tipo de mutilaciones—que incluyen el recorte de plumas primarias y secundarias—suele utilizarse para impedir que las aves se eleven, una práctica frecuente en casos de tráfico de fauna o en la tenencia irresponsable de especies silvestres. Estos actos, advirtieron, mantienen a los ejemplares en cautiverio como si fueran animales domésticos.
Tras su localización, el personal de Profepa trasladó a la aguililla a una Unidad de Manejo para la Conservación de la Vida Silvestre (UMA) o a un centro especializado en rehabilitación de aves rapaces, como el Proyecto Santa María, donde actualmente recibe atención veterinaria.
La médica especialista Malinali Joya Torres explicó que la recuperación será prolongada. El ave deberá esperar a que se complete el ciclo natural de muda, proceso que puede tomar más de un año, antes de recuperar plenamente su capacidad de vuelo y tener posibilidades de volver a la vida silvestre. “Este periodo afecta de forma directa el papel ecológico que el animal desempeña en su entorno”, detalló.
El caso reavivó el llamado de autoridades y organizaciones conservacionistas para endurecer las medidas contra el tráfico ilegal y el maltrato de fauna nativa. La aguililla caminera es una especie protegida por la legislación mexicana.
Profepa recordó que la Ley General de Vida Silvestre y el Código Penal Federal tipifican como delito la captura, posesión o agresión a ejemplares silvestres sin autorización. Estas conductas pueden derivar en multas de alto monto e incluso condenas de prisión, especialmente cuando la integridad o la vida del animal se ve comprometida.
Redacción: Yucatánalamano.
