Profesores evaluaron al sueño
Las personas que duermen mal entre los 30 y los 40 años de edad podrían ser más propensas a desarrollar problemas de memoria y pensamiento una década más tarde, advierte un estudio reciente.
Los que tenían el sueño con más interrupciones en la edad adulta temprana tenían más del doble de probabilidades de un rendimiento mental deficiente cuando se les evaluó en la mediana edad, en comparación con los que dormían mejor, encontraron los investigadores.
Al mismo tiempo, no hallaron vínculo alguno entre la cantidad total de sueño que las personas dormían y su función cerebral en la mediana edad.
“Nuestros hallazgos indican que la calidad en lugar de la cantidad de sueño es lo más importante para la salud cognitiva en la mediana edad”, manifiesta la investigadora Yue Leng, profesora asociada de psiquiatría de la Universidad de California en San Francisco.
Para el estudio, Leng y sus colaboradores reclutaron a 526 personas con una edad promedio de 40 años, a quienes les dieron seguimiento durante 11 años.
Al principio, los participantes usaron un monitor de actividad en la muñeca por tres noches consecutivas para evaluar la duración y la calidad de su sueño. Se sometieron a esta prueba dos veces, con aproximadamente un año de diferencia, para realizar una evaluación justa de sus patrones de sueño.
Los investigadores se centraron específicamente en la fragmentación, o interrupciones cortas y repetitivas en el sueño de una persona, mediante el seguimiento de los momentos en que daba vueltas en la cama durante un minuto o menos mientras dormía.
Los participantes también completaron un diario de sueño, en el que alrededor de un 46% reportó dormir mal.
Una década más tarde, los investigadores les pidieron que completaran pruebas para que midieran su memoria y su capacidad cerebral.
De las 175 personas con el sueño más interrumpido, 44 de éstas tuvieron un desempeño deficiente en los exámenes 10 años después, según mostraron los resultados del estudio.
En comparación, solo 10 de las 176 que tuvieron el sueño menos interrumpido tuvieron un desempeño deficiente en las mismas.
“Se necesita más investigación para evaluar el vínculo entre los trastornos del sueño y la cognición en diferentes etapas de la vida, y para identificar si existen períodos vitales críticos en los que el sueño se asocia más fuertemente con la cognición”, plantea Leng.
“Los estudios futuros podrían abrir nuevas oportunidades para la prevención de la enfermedad de Alzheimer más adelante en la vida”, añadió.
Los investigadores anotaron que el estudio es observacional, y no puede establecer un vínculo causal directo entre la interrupción del sueño y el deterioro cognitivo.
Los resultados se publican en la revista “Neurology”.
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Fuente: Diario de Yucatán