domingo, noviembre 10

Retorno a la cotidianidad en Mérida tras el paso de la tormenta Beryl

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Como cualquier otro sábado, así se vio la ciudad de Mérida un día después del paso de “Beryl” que, aunque amenazaba con impactar fuertemente, al final todo se redujo a lloviznas y algo de viento.

Los comercios volvieron a abrir, los parques recibieron gente de nuevo, el tránsito vehicular por ratos era intenso, aunque, al menos hasta antes del mediodía, se podría decir que era bastante fluido.

Huellas

Las únicas huellas del paso del ciclón fueron algunas ventanas aún con cinta o tinacos asegurados con sogas, y es que no había ni charcos ni calles inundadas ni postes ni árboles caídos, incluso, el Sol brilló desde temprano.

Durante la mañana en Paseo de Montejo y algunas partes del Centro aún era posible ver negocios con sus ventanas “aseguradas” con cinta canela, en otros los empleados retiraban las tablas que cubrían paños de cristal.

El movimiento comercial era continuo, gente entrando y saliendo de los almacenes, de las tiendas de ropa, de las zapaterías… No era tanta, comparada con un fin de semana de quincena, pero sí suficiente tomando en cuenta la tormenta.

Como siempre, la zona del mercado fue donde se pudo ver a más personas, así como las calles aledañas. Igual se pudo ver mucha gente en las calles 65, desde la zona de piñatas hasta la 62; la 63, desde la 58 hasta la 54, o la 67, desde la 62 hasta la 56.

La jornada era normal, al igual que los trabajos en la Plaza Grande, que se suspendieron tras el anuncio de la llegada de “Beryl”.

Turismo

En el pasaje “Emilio Seijo”, la calle Ancha del Bazar y el parque “Eulogio Rosado” hubo un continuo flujo de personas, en este último lugar, al mediodía, llamó la atención un grupo de turistas que recibía, de parte de un guía, información sobre el Museo de la Ciudad (ex-Correos).

La cotidianidad meridana había vuelto con todo y sus personajes: el vendedor de periódicos, el vendedor de elotes, los mendigos… todos en su lugar de siempre, al paso de las personas que hacían sus cosas como si “Beryl” nunca hubiera existido.

Fuentes: Diario de Yucatán.

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