Sequía extrema amenaza el lago Titicaca, el más grande de Sudamérica
La región de los Andes afronta un drástico descenso en el nivel de sus lagos, lagunas y ríos debido a la falta de lluvias.
El lago Titicaca, el más grande de Sudamérica y que comparten Bolivia y Perú, sigue su retroceso a niveles mínimos históricos a causa de la sequía que golpea la región de los Andes, según se informó el viernes.
El nivel de las aguas descendió hasta casi igualar el nivel histórico más bajo alcanzado en 1998, según el Servicio de Hidrografía Naval. El dato fue corroborado por el estatal Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología.
La sequía afecta a siete de las nueve regiones del país, que afrontan un descenso en el nivel de lagos, lagunas y ríos —incluidas las represas que abastecen a ciudades como La Paz— y las autoridades temen que el problema se agrave ante un aumento de la temperatura.
“Este lugar estaba lleno de agua, el agua llegaba hasta estos muelles. Casi dos metros ha bajado y sigue descendiendo. En noviembre hace más calor y seguirá bajando. La totora (juncos) ha desaparecido porque estas orillas están secas”, dijo a The Associated Press, parado en la tierra agrietada, el indígena aymara Fernando Huallapaco en Huatajata, un centro turístico cerca de La Paz.
El descenso del lago encerrado en la cordillera de los Andes está afectando la vida tradicional de comunidades indígenas aymaras de Bolivia y Perú que viven alrededor de ese espejo azul, el lago navegable más alto del mundo, ubicado a más de 3 mil 800 metros sobre el nivel del mar.
La región andina pasa por años de déficit de lluvias que alimentan los nevados, la principal fuente de suministro de agua del lago. En los últimos tres años, esa zona fue castigada por tres fenómenos climáticos de ‘La Niña’ y desde marzo ‘El Niño’, cuyos efectos se han visto agravados por el cambio climático, pero también por la acción humana, como el desvío de afluentes.
El lago es vital para esa región del altiplano boliviano, donde cientos de comunidades aymara subsisten como agricultores y ganaderos a lo largo de su orilla.
Fuente: El Financiero