“Sin mujeres seguras, no habrá renacimiento maya”. Con esta frase contundente, la doctora en Antropología Social, Gina Villagómez Valdés, académica y activista feminista, resume la indignación que dejó la manifestación del 8 de marzo, en la que las mujeres fueron agredidas con agua y gas por personal del gobierno.
La movilización, calificada como la más numerosa que ha habido en Yucatán en torno al Día Internacional de la Mujer, revela mucho más que cifras, el dolor, el enojo y la exigencia de justicia de miles de mujeres que, cansadas de la violencia y el olvido institucional, tomaron las calles, y la entrevistada no dudo en señalarlo.
“Esta manifestación ha sido la más numerosa en Yucatán, y eso indica un problema social no resuelto por las autoridades, por la sociedad y con las mismas mujeres”.
Y aunque reconoce los avances en materia de derechos de las mujeres, la especialista advierte que “algo está fallando” cuando miles de mujeres salen a la calle a gritar que siguen siendo violentadas.
En entrevista con Diario de Yucatán, señala que el movimiento feminista ha cambiado.
“Nosotras, las ‘chichís’ del feminismo, las adultas mayores llevamos 30 años en esto y nunca pensamos ver tantos cambios legales, aunque las jóvenes están mostrando otra cara de la lucha, una furia legítima acumulada por generaciones”, manifiesta.
“Desde hace unos años, con el impacto global del movimiento #MeToo y la consigna ‘Yo sí te creo’, las nuevas generaciones de mujeres han tomado protagonismo en las calles para protestar no solo protestan por ellas, sino por sus ancestras y por todas las mujeres que antes no pudieron hablar”, agrega.
Las caras del feminismo en Yucatán
Identifica al menos cuatro grupos dentro de las manifestaciones, con diferencias ideológicas, aunque unidas por la defensa de los derechos de las mujeres.
Primero, el bloque negro compuesto por jóvenes anarquistas que denuncian al sistema capitalista, patriarcal y la destrucción ambiental. “Son las menos, pero son las más visibles por sus formas radicales”, explica.
Luego, las feministas profamilia, quienes defienden el modelo tradicional de familia, rechazando la diversidad sexual y la llamada “ideología de género”.
El tercer grupo, de la “pañoleta verde”, lucha por el derecho a decidir.
Sin embargo, aclara que “no están promoviendo el aborto libre, sino exigiendo que el Estado cumpla con la ley y brinde atención integral a la salud sexual y reproductiva”.
Finalmente, está la agrupación más amplia, la del contingente morado, símbolo internacional contra los feminicidios.
“Aunque no siempre coincidimos, marchamos juntas porque compartimos un objetivo: gritarle al Estado y a la sociedad que ya basta”
Pese al carácter mayoritariamente pacífico de la marcha, la doctora denuncia el uso desmedido de fuerza pública.
“Fuimos agredidas primero al impedirnos el paso a la Plaza Grande, que es nuestro derecho constitucional. Luego, fuimos atacadas con agua y gases, lo sorprendente fueron los gases”.
Relata que, aunque algunas agrupaciones respondieron con piedras y martillos, “lo que más indignó fue ver que, luego de la manifestación, en vez de diálogo, el gobierno emitió un comunicado justificando la violencia policial”.
Denuncia que, a pesar de pedir reiteradamente una audiencia con el gobernador Joaquín Díaz Mena para plantear propuestas y preocupaciones, hasta la fecha no han sido recibidas.
Al preguntarle si tenemos un gobierno represor, la activista recalca que el gobernador comenzó con el pie izquierdo al hacer nombramientos por cuotas políticas y no por perfiles profesionales, aunado a la falta del personal especializado y los recortes federales.
Asegura que la administración estatal carece incluso de un diagnóstico acerca de la situación de las mujeres en la entidad.
La doctora insiste que lo sucedido el 8M refleja un Estado represor.
Al cuestionarla sobre lo qué sigue, Gina Villagómez Valdés fue contundente, pues “el Estado está ‘sobradito’ de poder. El hecho de que Morena haya arrasado les da impunidad para violentar”.
Asevera que el movimiento no se detendrá.
“No llegamos todas”
Además, propone incluir en la agenda pública las necesidades de las mujeres del interior del Estado, donde prevalecen altos índices de violencia familiar, abuso infantil y problemas de salud mental y adicciones.
“Con una presidenta mujer en el país no llegamos todas”, puntualiza al referirse a Claudia Sheinbaum Pardo.
“No desaparecerá por decreto la violencia, ni la corrupción, ni el machismo. No basta con que haya una mujer en el poder si sigue habiendo violencia contra nosotras”.
Por último, la académica hace un atento llamado a la sociedad.
“Nosotras seguiremos desde nuestras trincheras: la investigación, el activismo, la medicina, el periodismo. No vamos a retroceder. Y lamento que haya quienes no entienden este enojo, y si muchas y muchos no lo quieren ver, es porque están en el privilegio o la comunidad de sus teléfonos celulares, pero quienes estamos en el frente de batalla, diario nos llegan niñas violentadas por sus abuelos y sus padrastros…”.
La activista Gina Villagómez Valdés menciona que el edil no responde para una junta.
“No hay un plan estructural para atender a las mujeres en Yucatán. No lo conocemos, y si existe, está oculto a la sociedad”, remarca.
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Fuente: Diario de Yucatán