Hace 69 años, el 7 de mayo de 1955 para ser exactos, el trenecito del Centenario dio su primer recorrido.
Desde entonces no ha dejado de dar servicio, convirtiéndose en uno de los principales atractivos del parque, que este septiembre cumple 114 años.
Tan icónico es el trenecito que visitar el Centenario sin hacer el paseo es como haber ido a la playa y no meterse al mar.
“Es uno de los atractivos, sino el atractivo principal del parque. Si no te subiste al trenecito no viniste al Centenario”, dice Arturo Antuña Silveira, director de Asuntos Generales de la Dirección de Servicios Públicos Municipales del Ayuntamiento de Mérida.
El origen del trenecito del Centenario
El trenecito surgió por iniciativa de un grupo de damas de la sociedad con el fin de brindarle una atracción especial al parque.
La idea era ofrecer un recorrido a bordo de un tren a escala, como el que había en el parque de Chapultepec en Ciudad de México.
Una vez tendidos los 1,300 metros de vías Decauville, que eran las que se usaban en las haciendas henequeneras en las décadas de 1940 y 1950, el trenecito entró en servicio el 7 de mayo de 1955.
Su diseño evocaba a un moderno ferrocarril con referencias futuristas montado sobre un chasis, dotado de un motor de seis cilindros y tres vagones.
69 años de visitantes fascinados
Los visitantes quedaron fascinados con los paseos en tren, cuyo recorrido se fue volviendo más atractivo al pasar sobre un puente y bajo un túnel, este último se construyó en 1962.
Una vuelta completa a bordo del tren dura alrededor de siete minutos. En ese tiempo los visitantes pueden conocer prácticamente todos los rincones del recinto, desde el área de zoológico hasta el parque.
El precio del boleto es de $1 desde hace más de 20 años.
“Eso es porque el parque es uno donde todos los servicios prácticamente son gratuitos”, dice el funcionario municipal, quien calcula que diariamente abordan de 1,500 a 2,000 personas.
El funcionario señala que, si bien ha habido propuestas para modernizar el servicio, por ejemplo, volverlos eléctricos (actualmente usan diésel), por ahora no hay planes de cambiar.
“Pensar hoy en máquinas más modernas significaría modificar todo el sistema, y habría que consultar a la ciudadanía”.
Además, dice, el “ruidito” que hace el tren en su recorrido es parte de su atractivo.— Iván Canul Ek
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Fuente: Diario de Yucatán