martes, noviembre 26

UNAM explica cómo afecta al organismo la enfermedad del ‘espanto’, y cómo curarse

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Conoce los síntomas y las creencias que hay detrás del espanto, así como las afectaciones que puede tener en la calidad de vida de las personas que padecen la enfermedad.

¿Te has enfermado de espanto? Tradicionalmente así se le conoce a una serie de síntomas que vienen tras una situación que asustó o estresó a una persona, al menos así lo explica Rafael Zepeda, académico de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

A través de la gaceta universitaria, el experto señala que el espanto es una enfermedad “tradicional”, que se compagina con otras como el “mal de ojo”, “empacho” y “mal de aire”. Lo anterior viene desde la cosmovisión de culturas prehispánicas, en las que existían dos tipos de enfermedades:

Las orgánicas o padecimientos físicos relacionados con los huesos y la piel.

Las afectaciones causadas por fuerzas sobrenaturales, donde figuran el espanto y el mal de ojo, por ejemplo.

¿En qué consiste el espanto?

Desde el punto de vista de las culturas prehispánicas principalmente de México, el espanto es una pérdida de energía que causa un debilitamiento.

Este debilitamiento proviene de la pérdida del “Tonalli”, que se denomina así a las fuerzas calóricas y lumínicas que provienen del sol y que absorbe el cuerpo, de acuerdo con la perspectiva tradicional.

Por ello, cuando una persona tiene una impresión fuerte o se asusta puede perder esa fuerza vital, por lo que el “Tonalli” puede salir “de pronto”.

Síntomas del espanto

Tras perder el “Tonalli” o la fuerza solar, el espanto puede generar los siguientes síntomas:

  • Debilitamiento.
  • Dormir con sobresaltos.
  • Indiferencia al contexto y a la comida.
  • Tristeza y angustia.
  • Dolores de cabeza.
  • Frío, principalmente en las extremidades.
  • Hipersensibilidad
  • Hinchazón del estómago y vómito (en algunas regiones).

El espanto puede afectar la calidad de vida

Rafael Zepeda explica que nadie está a salvo de tener una impresión como el espanto; sin embargo, hay sectores de la población que pueden tener afectaciones mayores en caso de padecer alguna emoción fuerte.

El experto señala que en las personas saludables el espanto no debe ser grave, y por mucho puede generar una miocardiopatía, que presenta síntomas similares al infarto pero es temporal.

Sin embargo, para las personas que tiene problemas cardiacos o que están expuestos a mucho estrés hay un riesgo mayor, ya que “pueden padecer un aumento en la frecuencia cardiaca y en la presión arterial y, en consecuencia, sufrir un infarto al miocardio”.

Si continuamente las personas padecen estrés, el espanto puede contribuir a malestares estomacales, diarrea, colitis y otras enfermedades.

Además, otra problemática con el espanto es que pone al cuerpo en modo de “supervivencia”, y esto se debe a que en caso de que exista algún evento que genere impresión, como puede ser un asalto, hace que el cuerpo “se prepare”.

Lo anterior se debe a que la persona con espanto…

Segrega adrenalina (aumenta la frecuencia cardiaca, dilata las vías aéreas y contrae los vasos sanguíneos) y cortisol (importante hormona que controla la presión arterial).
El corazón se hiperactiva. Envía un mayor flujo sanguíneo, principalmente a las extremidades, para una respuesta de lucha o huida.
Se inhibe el metabolismo del sistema digestivo porque aumenta la presión arterial y la frecuencia cardiaca “para defenderse o salir corriendo”.

¿Cómo curarse de espanto?

La UNAM explica lo siguiente:

Desde una visión occidental moderna, el tratamiento de cualquier trastorno mental y emocional debe ser desde la transdisciplinariedad. Las causas del estrés, por ejemplo, se atacan con estrategias de afrontamiento (psicológicas) y con apoyo farmacológico, familiar y social.

Desde una cosmovisión tradicional, se “cura” recuperando ese tono o fuerza vital mediante ciertos rituales y remedios que son parte de la medicina tradicional mexicana.

Creencias del espanto: ¿Un bolillo puede funcionar para el susto?

El especialista de la UNAM señala que las personas que ya están descompensadas en su organismo, aunque no presenten síntomas “al experimentar una emoción muy fuerte por un susto o enojo su cuerpo va a producir hormonas de adrenalina que actúan contra la producción de insulina, lo cual dispara los niveles de glucosa”.

El organismo de una persona que sufre una impresión de ese tipo genera jugos gástricos que pueden causar acidez estomacal y náuseas. Y comer bolillo, una tortilla o algo con carbohidratos y grasa apoya a inhibir la producción del ácido gástrico.

“Comerlo (el bolillo) genera estabilidad en la glucosa de la sangre y quita la sensación de hueco en el estómago”, explicó Rafael Zepeda.

Fuente: El Financiero

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