Vacuna vs. COVID: Estos son los 5 efectos secundarios más comunes de Pfizer y Moderna
Aunque la linfadenopatía se presentó en el 7% de las personas que recibieron la vacuna Pfizer contra COVID, no se encuentra dentro de los 5 efectos adversos más comunes.
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) dio a conocer los efectos secundarios más comunes asociados a las vacunas contra el COVID-19 de Pfizer y Moderna en su 19° informe de farmacovigilancia.
Aunque dentro del último informe se han notificado síntomas como vasculitis cutánea, linfadenopatía y mareos asociados con las vacunas de Pfizer y Astra Zeneca, estos no son los más comunes, detalló la dependencia.
¿Cuáles son los efectos secundarios más comunes de la vacuna Pfizer?
Los efectos secundarios que más se notificaron ante la AEMPS hasta el 31 de diciembre de 2022 fueron los siguientes:
- Pirexia (fiebre) con el 40 por ciento de incidencia.
- Cefalea 21 por ciento.
- Mialgia (dolor muscular) 15 por ciento.
- Dolor en la zona de vacunación 13 por ciento.
- Malestar 12 por ciento.
Por otra parte, en la vacuna bivalente, que contiene el antígeno de la cepa COVID-19 original (Wuhan) y otro de la variante Ómicron BA. 1 se detectaron los siguientes efectos secundarios:
- Pirexia.
- Malestar.
- Mialgia.
- Tos.
¿Cuáles son los efectos secundarios más comunes de la vacuna Moderna?
Las reacciones adversas notificadas como frecuentes para la vacuna de Moderna son similares a las de Pfizer, con los siguientes porcentajes:
- Pirexia (44 por ciento)
- Cefalea (22 por ciento)
- Mialgia (17 por ciento)
- Malestar (15 por ciento)
- Dolor en la zona de vacunación (14 por ciento)
¿Cada cuánto debo aplicarme con la vacuna contra COVID-19?
Un equipo de científicos dirigido por la Escuela de Salud Pública de Yale y la Universidad de Carolina del Norte, en Estados Unidos, elaboró una investigación para determinar cada cuánto tiempo es ideal recibir un refuerzo contra el coronavirus.
Entre los primeros hallazgos, los especialistas encontraron que lo más adecuado es que la población reciba una dosis cada semestre, anualmente o cada dos años, ya que las vacunas reducen o evitan la infección por COVID-19 a largo plazo.
Además, detectaron que no recibir una vacuna de refuerzo actualizada triplica el riesgo de infección futura en comparación con el refuerzo anual.
“El riesgo de una infección futura está fuertemente relacionado con el momento del refuerzo. Esperar un año y medio casi duplica el riesgo de infección a largo plazo en comparación con el aumento anual”, señaló Jeffrey Townsend, profesor Elihu de bioestadística en la Escuela de Salud Pública de Yale y profesor de Ecología y Biología Evolutiva en la Facultad de Artes y Ciencias de Yale.
Fuente: El Financiero