Ante esta situación, las autoridades han intensificado las acciones para proteger estos recursos fundamentales para la economía y la cultura local.
Como parte de esta estrategia, la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) ha decretado la creación de cinco Zonas de Refugio Pesquero Parcial Temporal (ZRPPT) a lo largo del litoral yucateco. Estas áreas buscan permitir la recuperación de especies marinas y fomentar prácticas pesqueras sostenibles.
Nueva área protegida en Telchac Puerto
La más reciente incorporación a esta red de zonas protegidas se ubica frente a las costas de Telchac Puerto y fue oficialmente establecida el pasado 15 de septiembre. Esta zona comprende 7,259 hectáreas en las que se restringen diversas actividades pesqueras, con el fin de permitir la recuperación de poblaciones de pulpo y mero, cuya captura ha disminuido considerablemente en los últimos años. Entre 2018 y 2022, las capturas de pulpo se redujeron en un 71%, mientras que la pesca de mero descendió un 50% entre 2012 y 2022.
En esta nueva ZRPPT, solo se permite la pesca artesanal de pulpo utilizando la técnica tradicional conocida como jimba, y únicamente durante el periodo autorizado del 1 de agosto al 15 de diciembre. Esta medida respeta los periodos de veda y busca asegurar la sostenibilidad del recurso.
Red estatal de santuarios marinos
Con Telchac Puerto, ya suman cinco las zonas de refugio pesquero en el estado. Las otras cuatro son:
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Celestún (establecida en 2019), con una extensión de 324 km², enfocada en frenar la pesca ilegal y conservar especies como langosta y mero.
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Dzilam de Bravo-San Felipe (2024), donde solo se permite la pesca recreativa, protegiendo especies comerciales y ecosistemas vulnerables.
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El Cuyo y Chabihau (2025), zonas que resguardan áreas ecológicamente valiosas y fomentan la recuperación de poblaciones marinas.
Conservación con participación local
La creación de estas áreas protegidas no es una imposición unilateral, sino el resultado de la organización y propuesta de las comunidades pesqueras, en coordinación con autoridades estatales, federales y organismos científicos. La secretaria de Pesca y Acuacultura Sustentables del estado, Lila Frías, resaltó que los propios pescadores han promovido la protección de estas zonas para asegurar la continuidad de sus actividades económicas.
Cada zona tiene una vigencia de cinco años, durante los cuales se implementan monitoreos biológicos, proyectos de maricultura y, en algunos casos, arrecifes artificiales. Además, por primera vez, el gobierno estatal ofrecerá apoyos específicos para las comunidades involucradas, cuyos lineamientos serán publicados próximamente.
Resultados visibles y un modelo replicable
Los beneficios de este enfoque ya comienzan a notarse. En Celestún, por ejemplo, se ha reportado un aumento en el tamaño y la cantidad de pulpos, lo que confirma la eficacia de estas medidas cuando se combinan la regulación, la vigilancia local y la ciencia aplicada.
Más allá de la pesca, estas zonas también impulsan el ecoturismo, atrayendo a visitantes interesados en la biodiversidad marina, el avistamiento de aves y la naturaleza costera. Este modelo de manejo colaborativo refuerza la conciencia ambiental y representa un camino hacia un desarrollo equilibrado entre economía, conservación y participación ciudadana.
Con estas acciones, Yucatán refuerza su compromiso con el uso responsable de sus recursos naturales y ofrece un ejemplo de cómo las comunidades pueden liderar la conservación de los ecosistemas que las sustentan.
Redacción: Yucatánalamano.