Inicio YucatánCriptas y nichos en templos: una nueva opción ante la falta de espacio en panteones de Yucatán

Criptas y nichos en templos: una nueva opción ante la falta de espacio en panteones de Yucatán

Ante el creciente problema de saturación en los cementerios de Yucatán, las criptas y los nichos dentro de iglesias católicas se han consolidado como una alternativa viable para resguardar los restos de los difuntos.

por Luis Carmona
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Estos pequeños espacios, ubicados en capillas o muros interiores, se han convertido en una respuesta espiritual y práctica frente a la escasez de tierra para entierros tradicionales.

“El número de sepulturas disponibles en los panteones es cada vez menor. Por eso se ha extendido la costumbre de cremar los cuerpos y depositar las cenizas en nichos o criptas dentro de las parroquias”, comenta el padre Jorge Martínez Ruz, vocero de la Pastoral de Comunicación de la Arquidiócesis de Yucatán.

Panteones al límite

Datos municipales indican que en Yucatán funcionan 76 cementerios públicos, y solo en Mérida hay 38 panteones activos con más de 71 mil bóvedas registradas. Tres de los principales —el General, Jardines de la Paz y Chuburná— ya se encuentran sin espacio disponible.

El Cementerio Xoclán, el más grande del estado, aún tiene capacidad, aunque el Ayuntamiento de Mérida ya planea una ampliación. “Cada trimestre se liberan hasta 120 tumbas abandonadas para atender nuevas solicitudes”, informaron autoridades municipales.

En contraste, en comunidades rurales la situación es más crítica. En comisarías como San José Tzal ya no hay espacio para nuevas bóvedas, y los vecinos han comenzado a solicitar terrenos adicionales.

El auge de las criptas parroquiales

Frente a este escenario, cada vez más familias optan por conservar las cenizas de sus seres queridos en criptas dentro de las iglesias. “Estos espacios tienen un valor espiritual importante. Son sitios donde las familias pueden rezar y mantener viva la memoria de sus difuntos”, explica el padre Martínez Ruz.

Los nichos varían según la parroquia: algunos son individuales, mientras que otros pueden albergar varias urnas. En cuanto a precios, el costo promedio de un espacio oscila entre 12 mil y 15 mil pesos, aunque en templos céntricos o de alta demanda el precio puede ser mayor. Algunos incluyen mantenimiento, limpieza o iluminación.

El dinero recaudado, detalla el sacerdote, se destina al cuidado y conservación de los recintos sagrados.

Tradición que evoluciona

Durante generaciones, el entierro en camposantos fue la forma predominante de despedir a los fallecidos. Sin embargo, la urbanización y la falta de espacio han impulsado un cambio cultural que normaliza la cremación y el depósito de cenizas en lugares religiosos.

Las criptas ofrecen un punto medio entre el cementerio y el hogar: un espacio cercano y simbólico donde las familias pueden rendir homenaje, especialmente en fechas como el Hanal Pixán o el Día de Muertos.

Casos en municipios y litoral

En Progreso, las autoridades han emitido avisos para que las familias den mantenimiento a sus criptas, ya que algunas estructuras presentan deterioro. Municipios del interior, como Tixkokob, Umán y Motul, también enfrentan saturación en sus panteones, por lo que evalúan la construcción de pequeños columbarios en templos o espacios municipales.

Aunque en algunas comunidades mayas aún persiste la resistencia a la cremación, el antropólogo Carlos Bojórquez señala que esta práctica se ha ido aceptando poco a poco como una forma de mantener a los seres queridos “cerca del hogar”.

Un reto urbano y espiritual

La falta de planeación urbana y el crecimiento poblacional han hecho evidente la necesidad de repensar la gestión funeraria en el estado. Mientras los cementerios se llenan, la Iglesia adapta sus instalaciones para ofrecer opciones dignas y sostenibles.

Especialistas subrayan que el uso de criptas debe regularse con normas claras de seguridad, higiene y administración, para asegurar su mantenimiento a largo plazo.

En un Yucatán donde la tradición convive con la modernidad, las criptas se perfilan como el nuevo rostro de la memoria: una forma de mantener la cercanía, la fe y el respeto por quienes ya partieron, aun cuando el espacio físico comienza a escasear.

Redacción: Yucatánalamano.

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