viernes, noviembre 29

Más de 12 mil pescadores de Yucatán, en crisis por caza de especies en veda y clima extremo

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La sobreexplotación y la pesca furtiva de especies en veda, aunado a los fenómenos meteorológicos y ambientales han puesto en jaque a la actividad pesquera de la Entidad, al grado de que la temporada de mero ha sido una de las más bajas en los últimos años.

El problema afecta a los 12 mil hombres de mar que hay en los 13 municipios costeros del Estado, de los cuales cerca del 70 por ciento han dejado en estos días las artes de pesca a un lado para dedicarse a la albañilería y carpintería entre otros trabajos eventuales, aunque hay puertos como Río Lagartos y Chelem que están dando un giro hacia el turismo.

El problema es grave si se contempla que en la costa de Yucatán viven 90 mil habitantes que han sustentado principalmente su desarrollo en los tres sectores económicos de la actividad pesquera: extracción, transformación incipiente y comercialización, quienes ante la crisis de las pesquerías en la Entidad están buscando otras fuentes de empleo.

De acuerdo con los censos, la captura de escama es un factor relevante para la microeconomía de las comunidades costeras, es la principal actividad y contribuye al bienestar de entre ocho y 12 mil pescadores y sus familias.

En el Estado se produce el 1.9 por ciento de la pesca total nacional, con 36 mil 974 toneladas anuales. Las especies que destacan son pulpo, mero, rubia, villajaiba, y langosta. Esto lleva a la Entidad a ocupar el cuarto lugar entre las 32 del país en cuanto al valor de la producción pesquera. Sin embargo, en los últimos años la producción ha ido a la baja, el año pasado se atribuyó a la marea roja.

Añoranza por el mero

En Hunucmá, a los fuertes vientos y la escasez de pez mero rojo también llamado mero maya, que por muchos años fue la columna de la economía de los hombres de mar del Poniente del Estado, ahora se suma el desplome de los precios del pescado de escama, lo que genera una fuerte crisis económica a los miles de trabajadores y sus respectivas familias.

Pescadores de los puertos de Celestún y Sisal se han visto obligados a suspender la actividad ante el desplome de los precios de la escama, pues no les resulta redituable debido a que esto les genera numerosas deudas por los costos de los víveres y los instrumentos que necesitan adquirir previo a sumergirse en su labor.

Los hombres de mar prefieren no salir a altamar y de forma desesperada buscan otras alternativas para trabajar como meseros, taxistas, “o hasta de albañiles o carpinteros, cuando se pueda”, comentó Raymundo Canché en el puerto de Sisal.

“La verdad es que confiábamos en la captura de especies como el róbalo, chacchil, cazón, entre otras, pero ahora resulta que hubo un desplome de los precios de todas las especies y esto nos obliga a suspender la actividad, lo que perjudica a más de 2 mil pescadores entre los puertos de Celestún y Sisal”, apuntó el pescador.

La desesperación de los hombres de mar es por el sostenimiento de la familia y más aún en estos meses en los que se aproximan las clausuras de los cursos escolares, lo que implica gastos extras en distintas actividades.

Explicaron que en muchos casos la actividad pesquera ante el desplome de precios ha generado deudas económicas, ya que sólo en gasolina una salida al mar representa un gasto de mas de 5 mil pesos del energético, más la renta de las embarcaciones, entre otras, ya que la mayoría de los pescadores ribereños no son propietarios de los navíos que utilizan, sino los concesionarios, los dueños a quienes les deben pagar por la renta de sus embarcaciones.

“De verdad que la estamos pasando muy mal los pescadores del Poniente del Estado y también nuestras familias, que dependen de nosotros”, apuntó Raymundo Canché.

Esperanza en el pulpo

En Progreso, a un mes y medio de la temporada de pulpo, considerada como la pesquería más redituable para los más de 4 mil hombres de mar que forman parte del padrón en este municipio, la captura de mero no ha dejado ganancias para la navegación menor y se asegura que factores como los altos costos del avituallamiento, la poca producción y el bajo precio de dicha especie han propiciado que este sector toque fondo.

En un recorrido dentro del embarcadero “La Caleta”, se constató que prácticamente están ancladas el 70 por ciento de las lanchas debido a que los viajes otorgados por los patrones sólo cumplen con poder conseguir el producto para solventar gastos de las naves, pero no para cubrir pagos para las tripulaciones, aparte de los anticipos.

Un pescador gana entre mil y 3 mil pesos dependiendo del tiempo en altamar, pues dentro de la modalidad de pesca de ribera, las embarcaciones suelen hacer viajes que duran desde unas 12 horas hasta 10 días.

Pescadores que operan bajo la modalidad de aventurarse en altamar más de una semana, indicaron que para “armar” una lancha de estas se requieren cerca de 40 mil pesos, por lo que para cubrir los gastos y no haya endeudamiento se necesita pescar al menos 500 kilos de mero tipo rojo o el codiciado “negrillo”.

La molestia recayó en que en los primeros cuatro meses del año hubo un aumento de precios de hasta el 50 por ciento en los insumos: la sal pasó de costar 80 pesos a casi 200. Las maquetas de hielo se encuentran en 150 pesos cada una y el combustible tipo diésel ronda los 22.58 pesos el litro. Cabe mencionar que para zarpar se requieren cantidades al mayoreo para no dejar el navío sin posibilidades de seguir en la mar capturando especies.

A causa de que no se quieren perder inversiones, varias tripulaciones han optado por parar la actividad, manteniendo ancladas las lanchas y dejando sin trabajo a por lo menos unas 100 embarcaciones “sardineras”, ya que al no haber pesca de mero, estas se quedan con producto de carnada en las bodegas.

En otros casos, como en Chuburná, los hombres de mar han optado por el turismo. Números del comité náutico informan que al menos un 40 por ciento de toda esa población se dedica a estas actividades, mientras que un 25 por ciento ha adoptado otros trabajos alternativos como la albañilería, la carpintería, entre otros. Debido a ello, apenas un 35 por ciento se encuentra inmiscuido en la pesca del mero.

Chabihau, temporada “negra”

En Chabihau, los pescadores califican la temporada de mero y escama como “negra” por la escasez del producto y el bajo valor en el mercado, por lo que el 80 por ciento de los hombres del mar del puerto de abrigo, que lo conforman San Crisanto y Chabihau, se han alejado temporalmente de estas actividades para esperar el mes de agosto, cuando inicie la captura del octópodo.

En los dos meses que lleva la temporada de mero, los pescadores ribereños no han tenido ganancias, pues el único momento en el que se alcanzó un buen precio fue durante la Cuaresma, con 180 pesos el kilo del ejemplar mediano y 240 el grande, pero luego comenzó el desplome para colocarse actualmente en los 60 pesos el kilo de mero mediano y 80 el grande.

José Pech, marinero, comentó que ante tal problema, el gremio comenzó a alejarse del agua para retomar los trabajos de albañilería, velador, comercio y otras actividades para subsistir.

El hombre de mar recordó que 10 años atrás, los pescadores regresaban a tierra con 80 o 100 kilos de producto en viajes de un día, por lo que al final de la jornada tenían de 2 mil a 3 mil pesos. Ahora que la situación ha dado un giro de 180 grados, las cantidades que se reportan por pesca diaria son de entre los 20 y 30 kilos, logrando ganar en promedio de 250 a 500 pesos, dependiendo de la especie de escama capturada.

“Quienes trabajan como alarifes en construcciones están sacando alrededor de 3 mil pesos a la semana. Los que están jóvenes y pueden van a esos trabajos, otros hacen ventas para el turismo que llega al puerto y muy pocos están en la pesca, son contados”, apuntó José.

De las más de 120 lanchas que hay colocadas en el embarcadero del puerto de abrigo, solamente se encuentran de 6 a 10 en búsqueda de escama: “A lo mucho son como 15 pescadores que están saliendo, pero vienen con muy poco, aquí cerca se mueven. Si se van lejos gastan más de mil pesos al día y no les resultaría”, destacó.

Ahora la única esperanza que tienen es que llegue el mes de agosto para ver si la temporada del pulpo puede ayudarlos a recuperarse.

Litoral Oriente apuesta por el turismo

En el Litoral Oriente, después de la pandemia del COVID-19 la pesca se volvió difícil, los hombres de mar tuvieron que dejar sus embarcaciones para poder dedicarse a otros trabajos que les permitiera buscar el sustento de sus familias. Más de 3 mil embarcaciones en esta parte del Estado permanecen paralizadas ante el bajo precio con que se adquieren los productos marinos en las cooperativas a falta de mercado internacional, además de que también han escaseado las diferentes especies marinas.

Felipe Marrufo López, presidente del Frente Unido de Sociedades Pesqueras y Permisionarios del Oriente del Estado de Yucatán, explicó que la gente ha diversificado sus actividades para poder llevar un poco de dinero a sus hogares, pues la actividad sufre una fuerte crisis por la pesca furtiva, fenómenos naturales y ahora por el bajo precio, al grado de que ha obligado a varios hombres dedicados a esta labor a dejar las redes, el palangre, el equipo de buceo, para cambiarlas por las palas, las cucharas y dedicarse a la albañilería o a tomar los machetes, las coas para dedicarse a las labores del campo, o idear nuevas maneras de buscar el sustento mediante el aprovechamiento de los recursos naturales con los que cuenta esta región promoviendo el turismo.

Ante esta situación, la pesca, como principal actividad de los puertos, se ve opacada ante diversos factores y el turismo va cobrando auge y se posiciona como una de las actividades primordiales para el sustento de las familias desplazando a la pesquería.

Sin embargo, más de mil buzos esperan con ansias el inicio de la captura de langosta el 1 de julio, pese a la presencia de agua mala y otros factores climáticos, así como la pesca furtiva.

Entre las alternativas que podrían mejorar las ganancias está la exportación de langosta viva a China; los primeros en incursionar en este novedoso comercio son los integrantes de la cooperativa pesquera de Isla Alacranes, donde participan 50 integrantes quienes obtienen una importante derrama económica.

En esta ocasión, en Río Lagartos y San Felipe, por segundo año se pretende llevar a cabo este cambio tecnológico en la pesca de langosta, pero para traerlas vivas se requiere de trampas, con lo que además se evitan problemas de descompresión, ya que tradicionalmente se capturan por buceo con compresor y manguera, actividad que ha cobrado varias vidas humanas.

Asimismo, los pescadores tienen esperanza de la captura de pulpo en el mes de agosto, pero temen que las acciones ilegales y furtivas perjudiquen los resultados que obtendrían del octópodo.

Fuentes: Por Esto/Efraín Valencia/Jesús López/José López/Isaí Dzul.

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